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Cargando... Saturday (2005 original; edición 2005)por Ian McEwan
Información de la obraSábado por Ian McEwan (2005)
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Henry Perowne es un hombre feliz. Es un reconocido neurocirujano y está casado con Rosalind, una abogada de un importante periódico. Ambos disfrutan su trabajo, se quieren y quieren a sus hijos, un prometedor músico y una joven poeta. Es sábado, 15 de febrero de 2003, el día de las grandes manifestaciones contra la guerra de Irak. Henry se despierta, va hacia la ventana de su dormitorio y ve un avión en llamas que sobrevuela Londres muy bajo. Henry teme un accidente terrible, un ataque terrorista. Más tarde, escuchando la radio, sabrá que se trata de un aterrizaje forzoso. Y Henry volverá a dormir, y hará el amor con su mujer, y se irá luego a su partida de squash semanal. Pero la visión nocturna no ha sido sino el presagio de la realidad azarosa que irrumpirá en la plácida burbuja de su vida tan armoniosa... Un día en la vida de un pijo de manual. El autor se pega al personaje y le sigue hasta al baño, describiéndonos minuto a minuto su sábado. De vez en cuando, al hilo de los pensamientos del personaje, nos va contando su vida. Como las reseñas y críticas que había leído me decían que en algún momento hacia el final del libro iba a pesar verdaderamente algo reseñable, no tuve dificultad en sospecharlo, de manera que los acontecimientos finales tampoco resultan demasiado sorprendentes. Creo que esto hubiera dado para un cuento de mediana extensión: el resto es morralla, salvo que uno crea que el hecho de ser escritor de éxito le otorga a uno automáticamente la categoría de gurú. No es mi caso. ¿Una novela escrita con mucho "oficio" es una buena novela? Soy un lector omnívoro, pero a medida que me voy acercando a la muerte leer novelas escritas "con mucho oficio" no me hace mucha gracia. Cualquier estudiante avispado de cualquier taller literario podría escribir "Sábado". La receta no es complicada: describa el despertar de una familia blanca, profesional y buen pasar, es decir, ricos, lindos y buenos, describa los recuerdos y anécdotas del protagonistas en su trabajo, su familia, el desayuno, el despertar de su mujer y de sus hijos, sus lícitos y limpios deseos sexuales, la relación con sus amigos de golf o de pelota paleta. Describa la marca de las pelotas de golf y disgregue largamente sobre ellas. Describa su auto, cómo ronronea el motor y disgregue largamente sobre eso. Describa la calle enfrente de su casa, sus vecinos y el perro que caga y disgregue largamente sobre ello. A continuación invente una improbable anécdota que ocurra un sábado por la mañana con una improbable gente fea, sucia y mala. Cocinado ese paso, siga el camino del protagonista mientras conduce camino al campo de golf o al gimnasio. Mezcle el recorrido con recuerdos de su familia y de un hijo o hija poeta. Eso le dará pie a escribir hojas y hojas de meditaciones sobre autores y obras franceses, alemanes, ingleses. De nuevo, puede volver a sazonar con más datos del auto: su calidad, su marca y de vuelta, cómo ronronea el motor. A la vuelta del gimnasio o del partido de golf agregue datos sobre la calidad del césped del campo y la mezcla de semillas que se usa. Vuelva a agregar datos de la vida, los hijos, de un improbable suegro con una improbable familia que vive en un improbable palacio en un improbable paraje de Francia. Disgregue sobre su suegro, desde la infancia hasta su vejez. Describa el paisaje francés y sus diferencias con el inglés. Siga el transcurrir de ese sábado. Meche una nueva anécdota que ocurra a la tarde (quizás derivada de lo que ocurrió a la mañana). Eso permitirá que lector despierte de la modorra de tantas disgresiones que ya llevan la tres cuartas partes del libro. Antes de que concluya el sábado decore el pastel con otra escena que demuestre cuán buenos y correctos son los protagonistas blancos frente a los feos y sucios protagonistas de otras razas. Lista la torta. Si Ud. elige un protagonista con alguna actividad muy técnica (digamos un cirujano de cerebro o un ingeniero nuclear) eso le permitirá escribir hojas y hojas sobre ese trabajo. El lector no sabrá qué está diciendo, pero demostrará cuán culto es el autor y también el lector al tratar de entender esos inútiles tecnicismos. Como todos sabemos, la agobiante y aburrida información la puede extraer de Internet (puede delegar esa engorrosa tarea en su hijo o sobrino de 12 años). Si tiene algún amigo o profesor universitario que tenga la buena voluntad de informarle a cambio de aparecer en los créditos del libro, mejor. Así, ya tiene la novela. Claro que le faltará lo más importante: una poderosa industria editorial que convenza a los críticos que se trata de novela que dará un giro a la historia de la literatura. Debe además escribir en inglés que, como se sabe, es el idioma de la gente que escribe libros que "revolucionan la literatura", que escriben "monumentos de erudición" con un "enorme esfuerzo de investigación" y que son de una sabiduría a la que nosotros, los que hablamos otras lenguas, debemos tener como ejemplos. - ¿El genio literario? - Bien gracias "Estaban desmontando el escenario de una obra, un humilde, individual drama doméstico, sin permiso del elenco. Empezaron por lo que Lily llamaba el cuarto de costura: su antigua habitación. No iba a volver nunca, ya no sabía lo que era hacer calceta, pero empaquetar sus numerosas agujas, los miles de patrones, el chal amarillo de bebé a medio terminar, para dárselos a unos desconocidos era desterrarla del mundo de los vivos. Trabajaron rápido, a un ritmo casi frenético. No está muerta, se repetía Henry. Pero la vida de su madre, todas las vidas, parecieron endebles cuando vio la premura, la facilidad con que se empacaban, se dispersaban o se tiraban todos los arreos, todos los detalles primorosos de una vida entera. Los objetos se convertían en basura en cuanto los separaban de sus dueños y de su pasado..."
L’acuité du regard et le sens du détail dévastateur. La profondeur de la réflexion politique autant que philosophique. Why review a work of fiction for The Indexer? Chiefly because of the author’s use of several very different taxonomies covering neurosurgery, Alzheimer’s disease, Huntington’s chorea, blues music, squash and fish. The cumulative effect of this detail is to emphasize that, despite much knowledge, training, experience and wide interests, Perowne is powerless to control unexpected horrors. He uses his brain to heal other brains, but he cannot fathom the workings of the mind. The complex taxonomy of neurosurgery is used twice: at the opening of the book and again near the end. The author could have maintained the reader’s interest and suspense with more simple language, but his careful research has produced a precision that gives a far stronger sense of authenticity, not only to medical indexers who will have little trouble following the procedures. Again with Alzheimer’s disease: the detail contrasts with the lively mother and swimming champion whom Perowne remembers when he visits her in a nursing home. As for Huntington’s chorea, the taxonomy is essential to explain the unusual behaviour of the man who threatens him; he is not the average street thug. The squash game is, again, described moment by moment and gives insight to Perowne’s character: he is desperately keen to win, coming close to an acrimonious dispute with his anaesthetist with whom he has an ideal professional relationship. Even the fishmonger’s slab is described in taxonomic detail which leads to Perowne’s contemplation of moral matters such as whether fish feel pain. Overall, however, Saturday has the feel of a neoliberal polemic gone badly wrong; if Tony Blair—who makes a fleeting personal appearance in the book, oozing insincerity—were to appoint a committee to produce a "novel for our time," the result would surely be something like this. [T]he lambent, stream-of-consciousness narrative that Mr. McEwan uses so adroitly in these pages. In fact, "Saturday" reads like an up-to-the-moment, post-9/11 variation on Woolf's classic 1925 novel "Mrs. Dalloway." We have learned to expect the worst from Ian McEwan. Since his debut collection of stories, First Love, Last Rites, his fiction has always dwelt at the heart of places we hope never to find ourselves in: the vacancies left in lives by the kidnapped child or the lost lover; the mined no-man's-land that follows extreme violence or sexual obsession. His subject has always been damage and the way the darkest events in a life will drain the rest of love. For McEwan, happiness has rarely gone unpunished. Pertenece a las series editorialesColección Folio (4661) Otavan kirjasto (174) Panorama de Narrativas (615) Rainbow pocketboeken (950) Aparece abreviada enTiene como estudio aPremiosDistincionesListas Notables
Henry Perowne es un hombre feliz. Tiene cuarenta y siete aǫs, es un reconocido neurocirujano y est ̀casado con Rosalind, una abogada que lleva los asuntos legales de un importante perid̤ico. Y ambos disfrutan con su trabajo, se quieren y quieren a sus hijos, un prometedor ms︢ico y una joven poeta, y disfrutan de una confortable vida de placeres tranquilos e n̕timas satisfacciones. Es sb̀ado, el comienzo del fin de semana de descanso de Henry. Y es 15 de febrero de 2003, el da̕ de las grandes manifestaciones contra la inminente guerra de lrak. Henry se despierta antes del amanecer, va hacia la ventana de su dormitorio, y en la fra̕ media luz de la maąna que empieza ve un avin̤ en llamas, o eso le parece, que sobrevuela Londres muy bajo, en una trayectoria inesperada. Y en estos tiempos de estrp̌ito y miedo, Henry teme lo peor: un accidente terrible, un ataque terrorista. Ms̀ tarde, escuchando la radio y tomando caf ̌con su hijo, que vuelve de un concierto y an︢ no se ha acostado, sabr ̀que se trata de un aterrizaje forzoso, de un avin̤ de mercanca̕s ruso en dificultades. Y Henry volver ̀a dormir, y har ̀el amor con su mujer, y se ir ̀luego a su partida de squash semanal. Pero la visin̤ nocturna no ha sido sino el presagio de la realidad, de esa realidad azarosa, brutal, ciega, que irrumpir ̀en la plc̀ida burbuja de su vida tan armoniosa... No se han encontrado descripciones de biblioteca. |
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