Gerald Durrell combina en sus libros el retrato de gentes y lugares, la autobiografía y un insuperable sentido del humor. Mi familia y otros animales es sin duda su obra más conocida y celebrada. Primera parte de su divertida trilogía de Corfú, que prosigue con Bichos y demás parientes y El jardín de los dioses, la obra nos presenta una ágil y graciosa galería de personajes, como Larry ,Lawrence Durrell, el futuro autor del «Cuarteto de Alejandría» y sus estrafalarias amistades, mamá Durrell y su inagotable sentido común, o Spiro, el corfuano angloparlante, junto con toda una serie de animales retratados como sólo puede hacerlo quien a lo largo de toda una vida los ha considerado con inteligencia y ternura.

La familia Durrell decide mudarse a Corfú. La componen la madre (viuda), el hermano mayor escritor (que luego, cuando sea escritor famoso, escribirá el prólogo de esta obra), otro hermano cazador, una hermana adolescente y el protagonista y narrador, el pequeño Gerry, de unos once años, aficionado a los bichos. Aparentemente, nadie tiene un trabajo remunerado pero no parece faltarles el dinero: no solo se mudan sin más al otro extremo de Europa, sino que cambian de casa por los motivos más sorprendentes (porque hay que recibir a amistades, o por todo lo contrario) sin preocuparse por las penosas cuestiones de intendencia. Entiendo que desde la perspectiva de un niño esto no llama la atención, pero sí al lector.

Pero, sea como sea, allí cada uno hace lo que le da la gana con total naturalidad. Sobre todo, Gerry explora la riqueza natural de la isla, con la colaboración de sus ocasionales profesores (en especial el médico Teodoro) y se trae a casa cuanto animal le parece interesante, cuanto más pequeño y raro mejor, sin que levante más que tímidas protestas, sobre todo de su hermano mayor (que, en el prólogo, se queja a su vez de aparecer como el más antipático de todos, y no es para tanto). En realidad, nadie se enfada nunca demasiado y todo el mundo parece pasárselo en grande, incluso ante pequeños terremotos, en general provocados por los bichos.

Gerry afirma que su intención era escribir solo sobre animales, que es a lo que, por lo visto, ha dedicado su vida, pero su familia se le ha colado por todas partes sin poder evitarlo. Y es verdad. Pero uno le coge enseguida cariño a los humanos y no menos a los bichos, a los que el autor describe con una graciosísima tendencia al antropomorfismo. Incluso las tragedias naturales, como una memorable pelea a muerte entre una mantis y una salamanquesa, se plantean como un simple espectáculo, como algo que merece la pena verse por sí mismo. El movimiento de un ciempiés, los graznidos de las urracas, un albatros encerrado, todo está contado con una aparente ingenuidad y con un cariño tales que el lector se siente enternecido y muy divertido. Por tanto, este es un muy excelente libro, que se escurre entre los intersticios de los géneros habituales pero que, desde luego, hace al lector pasar unas horas estupendas. ( )

Combinación de varios géneros, como el retrato de gentes y lugares, la autobiografía y el relato humorístico. La familia Durrell, enferma y deprimida por el poco amistoso clima de Inglaterra, decide ir a la isla griega de Corfú. El pequeño Gerald, gran aficionado a la naturaleza, nos relata sus expediciones por la isla, estudiando la fauna autóctona y recogiendo nuevas especies para su colección. A la vez nos relata las variadas e hilarantes situaciones en las que se ve envuelta su familia. ( )

En 1935 Gerrald y su familia se trasladan a Corfú, huyendo del mal clima inglés. Esta novela nos relata los primeros 2 años d ellos 4 que permanecieron allí. Además de explicarnos la extravagancias de su familia, el amor por la naturaleza de Gerald Durrell se siente en todas las descripciones del paisaje y animales, en las que utiliza n lenguaje rico y profundo, que te hace sentir el mar, la playa, los olivos, las cigarras....
Todo ello con un fantástico sentido del humor que hace reírse a carcajadas con las anécdotas de los protagonistas. Muy recomendable ( )

Tierra de murmullos relata una expedición de ocho meses a Argentina, en el curso de la cual Gerald Durrell -siempre bajo la simbólica sombra tutelar del Darwin del «Viaje del Beagle»- recorrió el país de Puerto Deseado a Men-doza y a Jujuy en busca de raras especies de la fauna sudamericana. La narración del viaje combina las vívidas descripciones del comportamiento animal (en especial de las colonias patagónicas de pingüinos y osos marinos) con la habitual maestría y el desbordante humor del escritor para contar las divertidas peripecias y curiosos incidentes que salpicaron sus andanzas.