Stanisław Lem (1921–2006)

Solaris es un planeta vivo, no en el sentido de que albergue seres vivos, sino que el propio planeta es un ser vivo. Vivo e inteligente. Pero su inteligencia es tan distinta de la humana que durante mucho tiempo se dudó de ella. Y, desde que los humanos llegaron allí un siglo atrás, no se ha podido establecer un contacto que podamos llamar tal. Está formado por una especie de océano gelatinoso del que surgen de vez en cuando estructuras inmensas, incluso algunas que se pueden considerar más o menos "tierra firme", que luego desaparecen sin dejar rastro y nunca se repiten, aunque los científicos humanos tienen su pequeño catálogo de modelos. De hecho, Lem dedica muchas páginas a ilustrarnos sobre la "solarística ", al estilo de Borges, sin que todos esos párrafos parezcan significar nada para el desarrollo de la acción. Es una de los muchas referencias literarias y filosóficas que tiene la obra y que constituyen su principal atractivo.

La otra característica perceptible del planeta es que, de algún modo, parece penetrar en lo más profundo de la mente de los humanos que se le acercan y reconstruye lo que tengamos allí como si fuese real. Al protagonista, Kelvin, se le aparece así su mujer, muerta años atrás, y esta recreación no es un fantasma, porque es de carne y hueso y evoluciona desde una especie de muñeca casi tonta a un ser sensible y con su propia personalidad, distinta de la mujer real. Kelvin está en la única estación de observación que los humanos tienen allí, junto con otros dos científicos de los que sabremos muy poco, porque todos tienden a encerrarse en sus propias habitaciones junto con su propio acompañante. A estos acompañantes de los otros científicos apenas los veremos muy fugazmente.

Como digo, el principal atractivo de la obra es su carácter filosófico, basado sobre todo en la pregunta: ¿cómo podemos estar seguros de si hay o no vida inteligente cuando no podemos entender ninguna inteligencia que no se parezca a la humana? Solaris es inteligente porque, de algún modo, percibimos lo que hace, pero no podemos saber qué sentido tiene. La pregunta que queda es si existirá alguna otra forma de inteligencia que ni siquiera podamos percibir en absoluto. O, incluso, si nos deberían importar esas inteligencias desconocidas. Junto a esto, tenemos reflexiones sobre el poder del amor o de los sentimientos en general, y hasta sobre los efectos del aislamiento. En fin, una gran novela, en mi opinión, bastante por encima de la media de la ciencia ficción.… (más)

Ijon Tichy, que en los Diarios de las estrellas aparece como un Münchausen cósmico, reemprende sus actividades como viajero, explorador y corresponsal. Poco después de una breve y dramática estancia en Suiza, Tichy conoce al profesor de derecho cósmico Roger Gnuss, que dirige el instituto de Máquinas de la Historia, y en el que experimenta la siguiente teoría: como no es posible moverse por el tiempo, hay que mover el tiempo. En este instituto Tichy se entera de que el planeta Entia no está de acuerdo con ciertos pasajes de los Diarios de las estrellas. Tichy decide entonces estudiar más a fondo la historia de Entia, aunque preguntándose entretanto si no estará buscando en el cosmos una solución a los problemas humanos.… (más)

En el universo narrativo de Stanislaw Lem, sólidamente cimentado en una formación científica y humanista, los temas tradicionales de la CF adquieren una inusitada trascendencia debido a la visión filosófica, el claro sentido de los valores y el dominio poco común del lenguaje que caracteriza su escritura. Continuador del relato filosófico de Jonathan Swift o de Voltaire, la sátira y la alegoría siempre presentes en su obra se aúnan en una imaginación inagotable al servicio de una extraordinaria capacidad de análisis. Congreso de Futurología, publicado en 1971 y perteneciente al ciclo de relatos protagonizados por Ijon Tichy, describe la aspiración al bienestar del hombre contemporáneo a través de la ironía y el humor. Tras un periodo de hibernación, Ijon Tichy es reanimado en el año 2039 y encuentra un mundo en que impera la paz y reina un bienestar general; en esa sociedad controlada por la "psiquímica", se aprende y se ama por medio de productos químicos, los sentimientos son manipulados y toda espontaneidad ha dejado de existir. Bajo una apariencia exterior de abundancia y confort, Tichy descubre, sin embargo, una realidad sobrecogedora que supera a la más fantástica alucinación.… (más)