Un actor de medio pelo es contratado para hacer de doble de un famoso político. Pronto descubrirá que el motivo del contrato es que el político ha sido secuestrado, así que tiene que continuar la farsa hasta que sea liberado y, cuando esto ocurra, hasta que esté en condiciones de volver a su lugar. Aunque el final es previsible, Heinlein lo dosifica con todo el oficio de un guionista de cine o televisión y consigue mantener el interés todo el tiempo. Por supuesto, no hay disquisiciones ni desvíos: la acción lo es todo. Los personajes, sin embargo, no resultan tan planos como cabía esperar y vamos siguiendo sus dudas, sus cambios y la forma en que se adaptan a las circunstancias. Todo se desarrolla dentro del gabinete de asesores del político (no me refiero a un lugar físico, sino más bien al entorno de personajes), donde apenas cuanto o cinco personas saben la verdad, pero, como digo, vemos evolucionar a ese pequeño grupo, incluyendo un traidor al que casi comprendemos. El estilo, en fin, propio de las novelas de detectives de la época, muy directo y efectivo, con un estudiado uso del suspense y del humor. En resumen, un libro que no es gran literatura ni mucho menos pero sí resulta muy entretenido. Eso sí, es ciencia ficción porque está ambientado en un entorno espacial (por cierto, muy curiosos los marcianos y sus relaciones con los humanos), pero perfectamente podría ser una novela de intriga política cambiando apenas algunos detalles. ( )