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Rose D. Friedman (–2009)

Autor de Libertad de elegir

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Incluye el nombre: Rose D. Friedman

Créditos de la imagen: Milton and Rose Friedman By Natalia Bargel - Own work, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=55116061

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Theories of the Labor Movement (1987) — Contribuidor — 7 copias

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Es sin duda una de las "biblias" del pensamiento liberal. Desmonta muchos de los tópicos del socialismo, que como todos sabemos ha sido un rotundo fracaso en la creación de riqueza y bienestar social. Otorga el protagonismo a la iniciativa y a la capacidad creativa de los individuos para crear unas condiciones económicas que hagan viable el estado de bienestar. Y sobre todo apuesta decididamente por la libertad de elección de las personas sobre la gestión del fruto de su trabajo. En definitiva un punto de vista muy sugerente y que debe hacer reflexionar a quien lo lea sobre si son los estados los que deben elegir por nosotros y gestionar todos nuestros recursos o si por el contrario debemos ser nosotros mismos los que asumamos gran parte de esa responsabilidad.… (más)
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Focio | 17 reseñas más. | Nov 8, 2011 |
Friedman es el gran apóstol del ultraliberalismo. Para él, todo iría mucho mejor si simplemente se dejase a la gente hacer lo que le pareciese bien, de forma que el mercado (al parecer, identificado con el conjunto social a todos los niveles) regularía por sí solo la mayor parte de las cuestiones. Salvo algunos pocos aspectos de los que se debería ocupar el Estado (y que, al menos en este libro, no especifica con claridad), en todo lo demás sobra la acción pública. Así, se nos cuenta aquí cómo se puede prescindir del sistema educativo público en todos sus niveles, de los sindicatos, de los organismos oficiales "sociales" (desde las agencias de medio ambiente a la propia Seguridad Social), y de un montón de cosas más. En realidad, lo que se cuenta es lo mal que funciona el Estado en estas cosas (curiosamente, se ignora la principal actividad pública norteamericana, que es la militar), para pasar a contar cómo todo funcionaría automáticamente mejor sin esas trabas. Eso sí, en las soluciones concretas sería necesario "imponer" determinados sistemas (por ejemplo, un ingenioso sistema de vales y bonos para financiar una enseñanza totalmente privatizada), y los Friedman no explican cómo sería posible poner en marcha estos sistemas sin nadie que los impulse. En sus argumentos, los autores oscilan entre el fantasmagórico miedo al comunismo (identificar a Roosevelt con el colectivismo es, bajo todos los puntos de vista, un exceso) y sus experiencias personales; abundan las apreciaciones a ojo y los datos macroeconómicos sacados de contexto y seleccionados para el caso. Es verdad que afirman que el origen de este libro es una serie divulgativa para televisión (habría dado algo por verla), lo que puede explicar el tono poco serio de muchos párrafos.

Pero, en todo caso, la impresión que uno se lleva es que, aun admitiendo lo que los autores dicen que funciona mal, muchas de estas cosas no rulan en Estados Unidos, pero sí en Europa. Por cierto, que los Friedman se han olvidado de todo lo que no sea su tierra, a excepción de algunas alusiones a Gran Bretaña. Actualmente, las administraciones europeas funcionan con razonable eficacia, y cumplen con sus funciones de modo aceptable en general. Quizá sea verdad que no hay que tutelarlo todo, y que puede que algunas cosas necesiten un tiempo para que la sociedad aporte por sí misma las soluciones, pero no lo es menos que dejar a todo el mundo que se apañe por sus propios medios es llegar a la ley de la selva. Las previsiones de los Friedman sobre el hipotético funcionamiento de sus ideas, amén de indemostradas, resultan demasiado mecánicas para ser creíbles, como ocurre con los que afirman que, de verdad, el "mercado" se rige por la mera oferta y demanda. Es verdad que en 1979, cuando se editó por primera vez el libro, algunos aspectos no habían alcanzado las proporciones actuales, sobre todo el inmenso poder de las grandes compañías transnacionales, la globalización de la pobreza y las alarmas medioambientales, pero esto precisamente muestra que las ideas del ultraliberalismo se ven superadas por la fuerza de los acontecimientos; de rebote, demuestra que hoy no es posible seguir haciendo economía política pensando en un solo país.

En todo caso, bueno es conocer los argumentos de elementos como este, porque cuentan con seguidores por todas partes, en particular entre los ricos. Por cierto, que en muchos de sus ejemplos propone sistemas que, teóricamente, beneficiarían mucho más a los pobres que a los ricos. Lo que no me explico es cómo, si la gente es suficientemente lista como para dejarla que se apañe por sí misma en todos los casos, no se han lanzado en masa a entronizar a estos tipos como los nuevos mesías, con soluciones rápidas y baratas para casi todos sus problemas. O la gente no es tan lista, o el ultraliberalismo no es la solución. O las dos cosas.
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caflores | 17 reseñas más. | May 3, 2011 |

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