Librería 1. Estante 6.

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La autobiografía espiritual de la santa se inspira claramente en las Confesiones de San Agustín, libro que ella misma declara haber leído. Ella escribe por mandato de sus confesores en un momento de relativa tranquilidad en su vida, poco después de la fundación del primer monasterio reformado, el de San José de Ávila. Se centra sobre todo en su evolución interior, explayándose en los diferentes modos de oración, a los que dedica casi toda la primera mitad del libro. En la segunda parte, más interesante para el lector no especialmente interesado en la mística teórica, cuenta sus visiones. Entre ambas partes, y también al principio, Teresa se aviene a contarnos algo de su vida mundana.

Lo cierto es que sólo la espontaneidad de su escritura salva el texto. Hay que tener en cuenta que se trata de una especie de confesión escrita, no destinada a su publicación ni siquiera a su difusión en los monasterios. En muchas ocasiones se hace evidente que a la autora no le interesa tanto el estilo cuanto "darse a entender" a los destinatarios del libro. Frecuentemente, a partir de algún acontecimiento, se entretiene en largos excursos y consejos para los que quieren seguir la vida de oración, un tanto pesados para los que no. A veces declara ella misma escribir justo después de algún arrebato místico y todavía medio transportada. Pero su frescura y su indudable gracia acaban compensando el tema tan árido para los simples laicos, de forma que nos encontramos con la paradoja de que el contenido es de la más profunda altura espiritual, pero las palabras son propias de cualquier maruja, tanto que a veces se parecen a las actuales transcripciones del lenguaje oral tan del gusto de algunos historiadores a la moda. Como digo, la cosa se pone bastante más amena cuando nos cuenta sus andanzas cotidianas. ( )