A pesar de ser casi el villano de esta novela, no pude evitar preferir al personaje de Murray a muchos otros. Vale que mantiene una pose de progresía donde los valores han desaparecido, pero viendo los de los demás, casi es mejor el aparentar que te importa la verdad, y hacerle propaganda que intentar salvar al mundo, como pretende hacer Seeley solo para ocupar el puesto de Murray. Es verdad que el producto de Murray, su hija Marina no es un personaje muy halagador, pero parece que este especímen también puede originarse de una persona como Annabel, la más íntegra de todos, con diferencia. Danielle y Bootie son los dos ingenuos, con la autodestrucción que eso conlleva (más en el caso de Danielle, que no tiene ese halo de santa que rodea a Bootie, y que lo hace parecer un egoista en algunos momentos). Y Julius parece tener la mayor capacidad de regeneración, no sólo física, sino también espiritual. También tiene algo de autodestructivo, lo que iguala a todos los personajes que no han nacido en Nueva York, pero ese saber lo que quiere, no para su vida sentimental, pero si para todo lo demás, lo coloca en la situación más fácil de partida, que es en lo que acaban todos después del fatídico 11-S. No todos, Marina, sigue viviendo en un mundo que no existe. No le veo solución. ( )