El grueso del libro lo forma una generosa antología de textos de Las Casas, generalmente precedidos de algún breve comentario. Además, hay una amplia introducción general, que repasa la vida y obra del predicador español así como su significación histórica, y algunos capìtulos cuentan con una introducción propia más breve, más una conclusión general. Da toda la impresión de que las introducciones y la conclusión son obra de Bataillon (que, de hecho, firma él solo la introducción general) y la selección de textos lacasianos es responsabilidad de Saint-Lu.

En general, la obra procura, pues, dar la palabra al propio protagonista, asumiendo que no se trata de una biografía, pero los comentarios, sobre todo los de Bataillon, me parecen tremendamente sensatos. Las Casas es, ante todo, un personaje de extraordinaria significación histórica por cuanto se ha convertido, como ya lo fue en su misma época, en el símbolo de la lucha contra los excesos de la colonización, lucha en la que tan españoles eran los encomenderos sedientos de oro e insensibles al dolor ajeno como estos frailes y algunos políticos que procuraron poner puertas al campo y, en parte, lo consiguieron. Su valoración moral no puede ser más que ambigua, como la de cualquier ser humano, porque su lucha va paralela a sus contradicciones (él mismo fue encomendero), a sus exageraciones interesadas, a sus actuaciones poco claras y, al final de su vida, a cierta deriva fundamentalista. Por otro lado, la conquista y colonización de América no es un proceso rápido ni uniforme. No es lo mismo la actuación en el Caribe, donde la escasa legislación llegaba siempre tarde y mal o nada aplicada, los propios gobernadores no eran mucho más que los colonos, y la población indígena se encontraba organizada en tribus inconexas, que la conquista del Perú, con una legislación mucho más clara y eficaz, unos gobernadores más conscientes y una organización previa muy bien estructurada. Todavía las conquistas proseguirían muchos años más, cada vez de forma más organizada y menos cruenta, dentro de lo que cabe, por influencia de Las Casas y de otros sacerdotes como él. ( )