Gerald Reischl

"A todos nos gusta el buscador Google, pero Google ha dejado hace tiempo de ser un mero buscador:
Con sus distintos servicios, sea Google Earth, Google Docs o Google Mail, la empresa de Larry Page, Sergey Brin y Eric Schmidt se ha convertido en una potencia mundial incontrolable en Internet. Google es un lobo con piel de cordero, un monopolista, el mayor recopilador de datos del mundo, propietario de decenas de patentes de métodos que podrían derivarse de la industria del espionaje. Ya desde hace años, los usuarios de Google son analizados y clasificados. La supremacía en el mercado de Google es peligrosa en una sociedad del conocimiento: hace posible la censura política, tal como se practica ya en China, facilita el espionaje de la esfera privada y no admite crítica ni competencia.
(edit. promo.)

Aunque en un tono a veces tan dramático que llega a rozar lo panfletario (el lo que el Jurado del Príncipe de Asturias nunca supo de la faja promocional debería haberme servido de aviso, pero qué le vamos a hacer, la carne es débil) está bien conocer las prácticas de data mining que lleva a cabo el gran gigante.

Por lo que parece, hace tiempo que la tarea de buscador dejó de ser la más importante para la empresa. Si hacemos caso de lo que dice el libro, el mismísimo Peter Norvig (responsable de calidad de búsquedas, para quienes no lo conozcan) dice que les queda mucho por hacer, sobre todo en el campo de la búsqueda semántica.

Para mí, cada vez cobran más importancia las páginas en las que los resultados vienen ponderados por el factor humano. Me estoy refiriendo, sobre todo a páginas tipo Delicious o Mister Wong, donde la peña etiqueta lo que le resulta más interesante y donde dichas etiquetas pueden coincidir con las búsquedas que estés lanzando. Jim Wales (uno de los gurús de la Wikipedia, también para quienes no lo conozcan) creó una página (Wikia search) que pretendía crear un motor de búsqueda basado en este principio. La verdad es que hace tiempo que no he entrado y no sé cómo seguirá, pero en un principio aún era un poco triste. Ahora, que más triste me ha parecido que en muchas de las últimas búsquedas hechas desde Google, haya tenido que acceder a páginas concretas a través de enlaces de terceros porque no aparecían en los tres primeros pantallazos de resultados (me estoy acordando de spaml, por ejemplo, pero me ha pasado con algunas cuantas últimamente. Se tratará de penalizaciones del gigante?)

Pagerank (el método que utiliza Google para indexar las páginas) tiene ya diez años y le crujen las costuras. Por lo visto, andan registrando patentes sobre "motores de búsqueda programables" (PSE) que parece que lanzan la búsqueda sobre distintos contextos en tiempo real pero basándose en anteriores peticiones del usuario.

Y es que hay está la madre del cordero, parece que Google guarda las búsquedas por IP (como si dijéramos el DNI del ordenador desde el que nos conectamos) y lo hace por 18 meses (plazo que, en la práctica, se vuelve infinito pues al volver a entrar activas la cookie por otros 18 meses y así ad infinitum a menos que no entres en Google en año y medio) (si sólo de pensar en que no puedes usar Google (ni ninguno de sus servicios: Gmail, Googlemaps, Blogger, YouTube,...) en año y medio ya te ha dado sudores fríos igual habría que pensar en curas de desintoxicación con alternativas, no?) Si quereis acojojonaros un poco y teneis una cuenta Google, podeis probar el servicio "Historial web" (www.google.com/history) para ver una pequeña fracción de la información que google puede llegar a guardar.

En sí, tampoco es tan preocupante el tema, si te conocen, pueden afinar mejor en las búsquedas y ofrecerte una mayor calidad de servicio, pero cuando se trata de una empresa casi monopolística (según el libro, en España tiene un 95% de cuota de mercado, ahí es nada) el tema se pone un poco más peliagudo porque puedes pasar del "todo gratis" que dice Chris Anderson (por si tampoco lo conoceis, el de la "larga cola" (aunque así dicho suena un poco gayer) ) al "todo porque yo lo mando" en un pispás.

Bueno, lo dejo porque se me está yendo la olla con esta reseña, pero la verdad es que se trata de un libro bastante recomendable, sobre todo si te apetece practicar el insano ejercicio de la conspiranoia y todo eso (me estoy acordando del que se agobia por la falta de privacidad que supone entrar en una red social (donde, a fin y al cabo, publicas lo que te apetece) y que ni se imagina que guardan sus búsquedas de aparatos tractores de órganos genitales)

Detalle: no sabía (o no recordaba, pero me temo que va a ser lo primero) lo del origen del nombre Internet. Al parecer, se trata de la abreviación de International Network. Qué cosas, oyes!… (más)