Eduardo Jorda

Debe ser relativamente frecuente que las universidades norteamericanas llamen a extranjeros a pasar algunos meses allá y dar algunas clases de literatura, cultura o historia de su país, porque, literariamente, empieza a ser casi un tópico. Ya imagino que para el interesado debe ser toda una experiencia, pero no tanto para el lector. Al menos a mí el tema me aburre un poco. Y así es como empieza este libro, con el matiz de que el autor no pretende camuflar nada, porque esto no es una novela, sino un libro de viajes, una especie de diario. Y por eso, en realidad, pasan pocas cosas, salvo quizá el paso de un huracán por la ciudad en donde estuvo en el centro de Pensilvania. Todo lo demás, en realidad, son nimiedades de la vida cotidiana.

Pero el caso es que eso me fue gustando. Jordá no pretende que me crea que ha vivido aventuras asombrosas en el interior de los Estados Unidos, sino que me cuenta sus pequeñas historias de observador simple en un lugar donde no pasa casi nada casi nunca. Y, sin embargo, al final todo tiene un sentido unitario. El autor se las arregla para relacionar algunos elementos de su viaje y de su vida anterior para decir algo más allá del mero diario de a bordo. Y así, al final, he sido sorprendido por un libro que no parece pretenderlo, y me he quedado con un muy buen sabor de boca.

Esta obra ha ganado un premio literario patrocinado por una cadena hotelera, y lo regalaban a sus clientes. Así lo encontré yo.… (más)