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Jean Lorrain (1855–1906)

Autor de El maleficio

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Sobre El Autor

Incluye el nombre: Jean Lorrain

Créditos de la imagen: Jean Lorrain [credit: Wikimedia Commons]

Obras de Jean Lorrain

El maleficio (1901) 138 copias
Monsieur de Bougrelon (1902) 39 copias
Masks in the Tapestry (2017) 23 copias
Errant Vice (2002) 23 copias
Histoires de Masques (1987) 14 copias
Fards and Poisons (2019) 11 copias
Sonyeuse (1993) 7 copias
El burdel de Filiberto (2011) 5 copias
Maison pour dames (1989) 5 copias
The Blood of the Gods (1882) 5 copias
La mandragore (2005) 4 copias
Buveurs d'âmes (1893) 4 copias
Salvad Venecia (1998) 4 copias
Vingt femmes (2014) 3 copias
Tres russe (2004) 3 copias
Princesse d'Italie (1898) 2 copias
Une femme par jour (1983) 2 copias
La mandrágora (2015) 2 copias
Récits fantastiques (2012) 2 copias
Le Poison de la Riviera (1992) 2 copias
Poussières de Paris (2006) 2 copias
Histoires de Batraciens (2008) 2 copias
LORELEY 1 copia
Miscellanées 1 copia
Ellen 1 copia
Petits plaisirs (2002) 1 copia
Madame Monpalou (1906) (2009) 1 copia
Un Damoniaque (1895) (2010) 1 copia
Les Lepillier 1 copia

Obras relacionadas

Cuentos fantásticos del XIX (1983) — Contribuidor — 433 copias
100 Vicious Little Vampire Stories (1995) — Contribuidor — 217 copias
Late Victorian Gothic Tales (2005) — Contribuidor — 191 copias
French Decadent Tales (Oxford World's Classics) (2013) — Contribuidor — 112 copias
The Dedalus Book of Decadence (1990) — Contribuidor — 98 copias
The Dedalus Book of French Horror: The 19th Century (1998) — Contribuidor — 82 copias
The Second Dedalus Book of Decadence the Black Feast (1992) — Contribuidor — 50 copias
Decadence and Symbolism: A Showcase Anthology (2018) — Contribuidor — 8 copias
Snuggly Tales of Femmes Fatales (2022) — Contribuidor — 5 copias
Snuggly Tales of Hashish and Opium (2020) — Contribuidor — 5 copias

Etiquetado

Conocimiento común

Nombre canónico
Lorrain, Jean
Fecha de nacimiento
1855-08-29
Fecha de fallecimiento
1906-06-30
Lugar de sepultura
Cimetière de Fécamp, Fécamp, France
Género
male
Nacionalidad
France
Lugar de nacimiento
Fécamp, France
Lugar de fallecimiento
Fécamp, France
Lugares de residencia
Fécamp, France
Ocupaciones
poet
novelist

Miembros

Reseñas

Jean Lorrain. Fin de siglo

Hubo más finales de siglo anteriores al que a todos nos tocó vivir, más nuevos movimientos que acababan con otros nuevos movimientos, más palabras que hacían viejas las anteriores, revoluciones aunque solo fuera de estilo, de gustos. Seguramente no ha habido nada más revolucionario que el cansancio. Pensemos el fin de siglo más hermoso de todos los finales de siglo: el fin de siècle francés, que acabó con el XIX y con algunas cosas más. A diferencia del nuestro, que fue más de lo mismo, algo se quebró en aquel lugar (esa vieja Francia que despertaba lentamente al ritmo de los poemas de Baudelaire o de Rimbaud). Así, alrededor de 1880 apareció un movimiento de nombre inolvidable, tomado paradójicamente de aquellos que lo atacaban: el decadentismo. Como decía Juan Eduardo Cirlot en ese maravilloso libro que es el Diccionario de los ismos, el término «decadente» ha sido tan excesivamente usado que, a buen seguro, ya no puede ser explicado eficientemente. Aun así, tomando sus palabras, podríamos decir que es aquel movimiento poético «por el cual se disgregaron las esencias románticas hacia la nueva concepción lírica modernista», o bien (y esta nos interesa algo más para hablar de quien vamos a hablar), «es la etapa en que la amenaza de la disolución pone su acento en las obras y en las vidas, conduciéndolas al delicado morbo de lo exquisito». Así pues, Jean Lorrain.

Entre todo ese extraño grupo que formaron los decadentistas (en el que podía entrar un Villiers de l’Isle-Adam o un Huysmans, pero también un Rimbaud o un Verlaine), Jean Lorrain seguramente significó, más allá de su escritura, una especie de personaje puesto al servicio de la revolución. Célebre frecuentador de círculos literarios de la Belle Époque, de los lugares de la bohemia o de los sitios más peligrosos, practicó todos los géneros literarios, además de un gusto por batirse en duelo con sus contemporáneos (Maupassant o Proust), una exuberante homosexualidad dandi (que no le hacía pasar muy desapercibido) y un apego al éter, entre otras drogas, lo cual, sumado a la sífilis y sus problemas cardiacos, no le dio para vivir una larga vida. La posteridad, el paso de los años (que deparó distinta fortuna a nuestros decadentes), quiso que hoy lo recordemos fundamentalmente por dos novelas, Monsieur de Bougrelon (editada por Cabaret Voltaire) y Monsieur de Phocas (que en nuestro país se han empeñado todos en traducir como El maleficio), dos retratos, dos personajes, que lo ponían a la altura de obras fundamentales como A rebours, deHuysmans. Sin embargo, Periférica, con la edición de Salvad Venecia, nos permite acercarnos brevemente a su oficio periodístico, y, de paso, nos da algunas claves para entender su tiempo y a él mismo.

Salvad Venecia reúne dos textos y una “carta a la madre”. En el primero, que da título al libro, Lorrain traza un retrato alarmado de la situación de la ciudad, que, literalmente, se estaba cayendo a pedazos y amenazaba bíblicamente con ser devorada por las aguas. En 1902, el Campanille se había desplomado con cierta fortuna (digamos que no se cayó encima de nada más importante de lo que se podía haber caído), y Lorrain asistía horrorizado a ese futuro agrietado que parecía esperar a la ciudad de sus sueños. En el segundo artículo, que da nombre a la ciudad, más extenso, el escritor francés se entregará pasionalmente a la reconstrucción de su Venecia, aquella que lo tiene subyugado, como un inigualable compendio de toda la belleza del mundo, con su «encanto de fiebre y muerte».

Convertido en aquel Monsieur de Bougrelon que hacía recorrer a dos viajeros una verdadera Ámsterdam alejada de los lugares turísticos,no llega a ser tan atrevido (se contenta con imaginar esos mismos lugares desprovistos de una babel de hombres), pero es sin duda incluso más lírico, en un recorrido exaltado por todas las maravillas arquitectónicas o artísticas, contenidas en cada rincón, en cada lugar atravesado por sus canales. Además, sus páginas le llevan a un canto al hombre veneciano, ese cruce entre italiano y austriaco, así como a la incomparable belleza de sus mujeres, describiendo minuciosamente cuerpos, gestos u oficios. Entre todo tiene cabida incluso una fantasmagórica visita del káiser Guillermo II a la ciudad, de camino a Jerusalén, además de otras breves pinceladas históricas, que nos transportan a un mundo en el que escribir en un periódico no parecía estar reñido con la prosa más elaborada, la poesía más acalorada y los sentimientos más personales.

Pequeño objeto de coleccionista, Salvad Venecia tiene ese encanto de los finales de siglo, ese miedo a lo que se perderá, destruido por el tiempo, por el agua, por el hombre. En fin, esa sensación de que algo está llegando a su final y, para que no se pierda, no bastarán las imágenes, las pinturas o las piedras, sino que serán necesarias las palabras.

Escrito para Détour.
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Denunciada
FJacquemort | Sep 27, 2013 |

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