Las montañas de la aflicción; Laberinto; Fronteras del infinito

Miles Vorkosigan, el entrañable personaje que se dio a conocer en El aprendiz de guerrero, emprende gracias a la habilidad de la exitosa escritora Lois McMaster Bujold nuevas aventuras. En esta ocasión se abordan asuntos de gran interés: los prejuicios sociales y sus consecuencias, una posible reflexión antirracista nacida en torno a la manipulación genética y una amena exploración de temas cuya conjunción resulta particularmente curiosa: religión, supervivencia y estrategia militar. (edit. promo.) Más que una novela se trata de tres aventuras hilvanadas (un poco a la virulé, todo hay que decirlo) en las que el protagonista nos da muestras de su acerado ingenio. Parece que a la autora escribe bastante en forma de relato corto porque envía mucho a revistas espcializadas y seguramente estas aventuras de Miles Vorkosigan aparecerían primero en ese formato. Cada vez me estoy enganchando más a la serie del Miles este. Y eso que cuando me lo recomendó el Jakon en plan encarecido no me hizo tanta gracia. Lo que más me admira de este tipo de personajes con tanto ingenio es que detrás hay un autor (autora) que ha pensado en la situación, trama y demás personajes para poder ponerle al protagonista a huevo las posibilidades de demostrar su ingenio. Me explico; por ejemplo en el primer relato, quedas alucinado con la contundente pero a la vez coherente y magnánima decisión que toma a la hora de decidir (spoiler) sobre el infanticidio de mutantes. No ejecuta a la vieja físicamente, pero lo hace administrativa y socialmente, dándole a la condena que afecta a una tradición bastante arraigada una dimensión simbólica que da a entender que ese tipo de actuaciones, además de proscritas, han muerto ya (/spoiler) pero es que la autora, antes de poner esa sentencia en boca del protagonista, nos ha llevado con él al escenario, ha hecho que sintamos su impotencia y nos ha sumergido en la situación. Vamos, que cuando pensamos que el sr. Vorkosigan es el puto jefe, deberíamos parar un poco y pensar "no, la puta jefa es Lois McMaster" y, para mi gusto, es bastante puta jefa. ( )