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La odisea de los soldados de la Divisiâon Azul prisioneros en los campos de concentraciâon soviâeticos. El libro estâa lleno de emociâon, tristeza, patriotismo, lucha y supervivencia, pero los hombres internados nunca perdieron el norte ni la personalidad. Es, sin duda, uno de los mejores libros que se pueden leer. Tras una dura ofensiva, el capitâan de la Divisiâon Azul don Teodoro Palacios Cueto fue hecho prisionero, junto a 35 de sus hombres, a las afueras de Leningrado, el 10 de febrero de 1943. Y el 2 de abril de 1954 atracâo en Barcelona el Semâiramis, un barco que traâia a Espaäna los restos de un naufragio que durâo once aänos en los campos de exterminio de Stalin. Once aänos que constituyeron un testimonio ininterrumpido de entereza, sacrificio, decoro y amor a la patria difâicil de igualar. Si a esta callada âepica del sufrimiento, la dignidad y la resistencia humanas, le aänadimos el heroâismo del soldado en los nuevos campos de batalla de la Destrucciâon Total, y todo ello lo sazonamos con una de las mejores plumas que ha dado nunca el periodismo espaänol, quizâas podamos hacernos una idea del tipo de libro que es Embajador en el infierno… (más)
Demasiado bonito para ser cierto, tanta honestidad y semejantes actos de valentia sostenidos a lo largo de 11 años no resultan creibles. Queda no obstante la escritura limpia y clara, digna de un premio nacional de literatura por mas que este sirviese al regimen, y la esperanza de que aunque solo sean ciertos algunos de los episodios narrados ya es un orgullo, o deberia de serlo, para todos los españoles. ( )
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A todos cuantos lucharon en el frente del Este en defensa de una civilización que no se resigna a perecer. Allí se jugó y perdió la primera carta. A mis padres, de quien tanto aprendí. A todos los padres que supieron inculcar en sus hijos los altos principios que marcan la diferencia entre la civilización y la barbarie. A mis hijos José Antonio, Fernando, Teodoro, Mary Paz, Patricia y María Cristina.
Primeras palabras
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ESTE RELATO COMIENZA el 9 de febrero de 1943, en Rusia, a las ocho de la tarde y a tres metros bajo tierra. Unos golpes muy fuertes sonaron en la puerta de mi bunker.
Citas
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Nos acercamos a la mesa los tenientes Molero y Altura, el alférez Castillo y yo, y pedimos que nos tomaran declaración. Era urgente hacerlo así. De la actitud de los oficiales en esos primeros momentos dependía la suerte entera de nuestra dignidad. Muchos soldados nos siguieron e hicieron corro en torno nuestro. —Posalst —me dijo el ruso, que quiere decir: “Cuando usted quiera”[2]. —¿Su religión? —Católica, apostólica, romana.
Últimas palabras
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“¿Vive María Paz?”, por la que hoy es —en la paz— mi legal y cristiana compañera; todo esto no había sido aún vivido por mí; pero estaba ya en mí, hecho anticipado presente, en ese momento patético en que el Semíramis, atraído por las estachas, chocó suavemente contra el muelle de la Patria.
La odisea de los soldados de la Divisiâon Azul prisioneros en los campos de concentraciâon soviâeticos. El libro estâa lleno de emociâon, tristeza, patriotismo, lucha y supervivencia, pero los hombres internados nunca perdieron el norte ni la personalidad. Es, sin duda, uno de los mejores libros que se pueden leer. Tras una dura ofensiva, el capitâan de la Divisiâon Azul don Teodoro Palacios Cueto fue hecho prisionero, junto a 35 de sus hombres, a las afueras de Leningrado, el 10 de febrero de 1943. Y el 2 de abril de 1954 atracâo en Barcelona el Semâiramis, un barco que traâia a Espaäna los restos de un naufragio que durâo once aänos en los campos de exterminio de Stalin. Once aänos que constituyeron un testimonio ininterrumpido de entereza, sacrificio, decoro y amor a la patria difâicil de igualar. Si a esta callada âepica del sufrimiento, la dignidad y la resistencia humanas, le aänadimos el heroâismo del soldado en los nuevos campos de batalla de la Destrucciâon Total, y todo ello lo sazonamos con una de las mejores plumas que ha dado nunca el periodismo espaänol, quizâas podamos hacernos una idea del tipo de libro que es Embajador en el infierno