Los occidentales modernos tienen el h bito de concebir el compuesto humano bajo una forma tan simplificada y tan reducida como es posible, puesto que no le hacen consistir m s que en dos elementos, de los cuales uno es el cuerpo, y al otro se le llama indiferentemente alma o esp ritu; decimos los occidentales modernos, porque, ciertamente, esa teor a dualista no se ha implantado definitivamente sino despu s de Descartes. No podemos emprender hacer aqu una historia, siquiera sucinta, de la cuesti n; solo diremos que, anteriormente, la idea que se hac an del alma y del cuerpo no conllevaba esta completa oposici n de naturaleza que hace su uni n verdaderamente inexplicable, y tambi n que hab a, incluso en occidente, concepciones menos ''simplistas'', y m s aproximadas a las de los orientales, para quienes el ser humano es un conjunto mucho m s complejo. Con mayor raz n se estaba muy lejos de pensar entonces en este ltimo grado de simplificaci n que representan las teor as materialistas, m s recientes todav a que todas las dem s, y seg n las cuales el hombre ya no es ni siquiera un compuesto, puesto que se reduce a un elemento nico, el cuerpo.