Carlos Rodríguez Braun
Autor de El liberalismo no es pecado
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La riqueza de las naciones. Libros I-II-III y seleccion de los Libros IV y V (Spanish Edition) (1996) — Editor, algunas ediciones — 31 copias
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Algunos ejemplos de estas falacias: la economía no es una operación de suma cero, en la que uno gana lo que otro pierde sino que, en el mercado libre, solo se realizan transacciones voluntarias si ambas partes salen beneficiadas, con lo que la riqueza posterior será mayor. La globalización no es negativa, sino positiva y la mejor forma de favorecer el crecimiento económico mundial. La fijación de precios siempre acaba teniendo resultados nefastos; ya que los precios mínimos consolidan métodos de producción ineficientes, y los máximos provocan desabastecimiento y mercado negro. El proteccionismo y los aranceles, no ayudan a las industrias nacionales sino que las arrastran a su destrucción, por fomentar su falta de competitividad. El ahorro no es malo para el crecimiento económico, sino que es necesario para aumentar la productividad futura y para poder superar los momentos de crisis. El patrón oro no se abandonó porque el metal precioso fuera un mal dinero, sino porque era tan bueno, que los bancos y gobiernos no podían hacer trampas con él. Todos los países comunistas no han acabado arruinados porque hayan aplicado mal las ideas marxistas, sino porque el socialismo propone un sistema económico que es imposible que pueda funcionar (“Teorema de la imposibilidad del socialismo” de Mises). El gasto público no estimula el crecimiento, sino que dilapida el ahorro privado, que es el que, verdaderamente, mueve la economía real. Lo que facilita el crecimiento económico de un país no es su posesión de una gran cantidad de materias primas, sino el respeto a la libertad de comercio y a la propiedad privada. La intervención del Estado en la economía no arregla los problemas, sino que los provoca y mantiene. Las ayudas internacionales al desarrollo, lejos de lograr sus objetivos, suelen hundir aún más a los países en la miseria. El poder de los Estados no se redujo en el siglo XX, sino que no paró de aumentar. Etc, etc, etc...
La única crítica que se le puede hacer a este libro es la escasa bibliografía que ofrece, así como las pocas referencias a autores; si bien esto se puede perdonar ya que se trata de un escrito de divulgación para el gran público. Para finalizar, una cita del libro: “No existe disyuntiva alguna entre libertad y prosperidad; las sociedades que renuncian a la primera, irremisiblemente se quedan sin la segunda.”… (más)