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Reseñas

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"Este es el testimonio de un habanero descreído. Un hombre que regresa extenuado de un largo camino que finalmente no lo condujo a sitio alguno. Pero no es pesimista. Pedro Juan sabe que tiene que seguir adelante. Y lo mejor es hacerlo soriendo, a golpe de ron, música y sexo.

Pedro Juan Gutiérrez hace catarsis en este ibro, duro y en gran medida autobiográfico, que reúne tres ibros de cuentos (Anclado en tierra de nadie, Nada que hacer y Sabor a mí) Un lenguaje fuerte y apretado es el único capaz de expresar la rabia de quien habita en el vórtice del huracán. Pedro Juan vive al borde del precipio. Marginal, aunque su covacha esté en el corazón de La Habana de hoy. Disecciona sus alrededores con habilidad de cirujano experto. Sin temor hinca su bisturí afilado, escarba en las entrañas, y lo revuelca todo, irrespetuosamente: sexo, hambre política, erotismo, desencanto, anhelos, ron y buen humor."
(edit. promo.)

Como pensaba que se trataban de novelas y no de recopilaciones de cuentos (sí, ya sé que hay que leerse lo que ponen en la cubierta posterior de los libros, pero como ya me conocía al autor me hacía una idea de lo que podía haber en este libro y por eso ni miré la reseña) al principio me indigné porque no se trataba más que de un rosario de anecdotillas de movidas que le pasaban al pavo y que tampoco me parecía que iban más allá del mero apunte escatológico. Pero luego ya ví que se trataban de narraciones cortas y me aplaqué un poco.

Pero, de todas formas, las dos primeras novelas no dejan de ser (en mi opinión) una mera introducción a la verdadera joyita de la trilogía, Sabor a mí (del bolero ese que decía: tanta vida yo te dí/ que por fuerza llevas ya/ sabor a mí)

Una colección de relatos en la que el autor abandona (a veces) una primera persona omnipresente en toda la demás obra para desplegarnos un atlas de geografías humanas al borde del abismo. Aparecen personajes y situaciones tan sobradas que olvidas que puede ser ficción (o no, ahí está el tema) y te estremeces mientras lo lees de forma compulsiva.

Un paseíto por la Cuba que sufría la miseria de la década de los noventa, en la que comer todos los días no estaba asegurado y en la que cualquier bisnecito te podía aportar el sueldo de un par de meses o una temporada en el talego.

La frase: Me sentía bien en aquel solar apestoso, con aquella gente nada culta, nada inteligente, que no sabían ni cojones de nada y que todo lo resolvía (o lo desgraciaba) a gritos, con malas palabras, con violencia, y a golpes. Así era. Al carajo todo.

PD: Por casualidades de la vida, cuando he mirado en imágenes Gugel para chorar alguna portada escaneada, resulta que me he pillado una que estaba alojada en el blog de Egoitz Moreno, qué cosas eh?
 
Denunciada
Txikito | 20 reseñas más. | Dec 27, 2008 |