Anònim

LEYENDA DEL GOLEM

I. Heidelberg
-¿Por estos tres libros extraordinarios treinta miserables céntimos?
Prefiero morirme de hambre. Devuélvamelos. Me los llevo de vuelta a casa.

El estudiante, alto, de rostro demudado y ojos de brillo febril, coge
los tres libros de encima del mostrador y se los mete bajo la capa.

Espera, espera, muchacho! -el trapero le agarra de la manga
Todavía no he dicho mi última palabra. En cuanto a éste en hebreo y este
otro en latín, te doy tres monedas de plata más por cada uno. Pero este
que dices que está en caldeo no lo quiero para nada. Te lo puedes llevar.

_Ay, ignorante, si supiera todo lo que he aprendido en él!

El estudiante recoge las monedas y el libro y, al llegar a la puerta, aún
se vuelve.

Para aquel que sepa leer en él, este libro de sabiduría vale mil,
un millón de veces más.

La campanilla de la puerta tintinea y la delgada figura del joven es
engullida por el gentío de la calle. Son las últimas horas de la tarde y en
la cercana plaza el mercado de San Galo está en su apogeo. Por todas
partes se oye el graznido de las ocas, el cacareo de las gallinas, el balido de
las ovejas, confundidos con el regateo entre vendedores y compradores.… (más)