(diciembre 2012 - enero 2013. 5 sesiones. 5 lectores)
Una historia ambientada en el presente, el de una novelista que acude a Venecia a terminar una novela, sirve de marco al propio relato que la autora escribe, ambientado en esa misma ciudad, pero en el siglo XV. En la “actualidad”, la novelista se ve involucrada en la investigación de un crimen, y en el medioevo seguimos los pasos de Angelica, una joven que acude a la ciudad en busca de un futuro y termina involucrada en intrigas políticas.


La lectura ha resultado muy ágil en general. Hay quien ha seguido con más interés las vicisitudes de Angelica, hay quien se ha enganchado más a la trama con un punto de suspense del presente y hay que no ha logrado terminar de entrar en la historia. Pero lo que más nos ha llamado a todas la atención ha sido el hilado entre una y otra, cómo la autora filtra en la novela sus propias vivencias, los detalles de enlace (viaje-viaje, agua-agua, estornudo-estornudo…), y el cambio en la dirección del hilado conforme avanza el libro. Aunque tanto el “relato real” como la novela histórica son ficción, asistimos a una tercera trama casi fantasma, el podernos asomar al proceso de creación de una novela (bueno, un proceso ficticio).


Son numerosos los libros que utilizan el recurso presente/pasado para desarrollar el argumento, pero ninguno de una manera tan curiosa como éste.

Una escritora viaja sola a Venecia con la intención de olvidar su ajetreada vida, y de terminar de escribir la novela que se trae entre manos. Allí conoce a un pintor y restaurador de arte, y se verá envuelta en un extraño asesinato. Sus sospechas la llevarán a entablar relación con un comisario de policía. Mientras tanto, los personajes de su novela se ven influidos por las peripecias y los sentimientos que vive su creadora.