Se trata de un conjunto de textos relativamente breves y en apariencia inconexos, pero que al final vienen a componer una especie de viaje subjetivo del autor por su vida. La obra se publicó por primera vez en 1971, y desde entonces ha sufrido adiciones continuas en sus sucesivas ediciones, incluyendo un conjunto de fotografías a las que el autor da bastante importancia. Los textos en sí están muy bien, sobre todo, para mi gusto, los que evocan la infancia. Siempre aparece un Ayala tierno, sensible, preocupado por buscar el lado bello (en un sentido amplio) de las cosas en lo cotidiano. La obra incluye un prólogo explicativo, y un epílogo con la misma intención, e incorpora además dos estudios sobre ella a modo de apéndices. La verdad, los estudios en cuestión sobran. Es mejor dejar a la literatura sola, aunque el lector no sepa (o no quiera) sacar de ella todas las consecuencias críticas o conceptuales posibles. ( )