La prosa de Whitcomb que me encandiló con anterioridad ha seguido pareciéndome agradable y entretenida. He seguido notando la sensibilidad con la que dota a sus personajes, aunque he echado en falta más emociones. Me han parecido originales las ideas que nos muestra la autora de lo que hay después de la muerte. Y lo que más me ha gustado ha sido, sin duda, la ambientación: la autora nos muestra la Rusia de la época y a su gente, nos habla de la caída del zar Nicolás II, el asesinato de los Romanov, y lo hace muy bien.

Pero, en general, no me ha parecido nada del otro mundo. Tienes sus más y sus menos, abundando estos últimos con unos personajes que no me han parecido del todo redondos, una historia que no engancha, escasez del factor sorpresa, una historia de amor que no destaca mucho para tratarse de una novela romántica y decae a favor de los matices históricos y los viajes en busca de la Llave. ( )