Pierre Christin es uno de los guionistas más reputados de la bande dessinée de los años 70 y 80, gracias sobre todo a sus trabajos con Enki Bilal (Las falanges del orden negro, Partida de caza, etc.) y Jean-Claude Mézières (la serie Valerian).

Sin embargo, casi todos sus guiones para las aventuras del agente espacio-temporal y su compañera Laureline -repletos de grandes hallazgos y la siempre deslumbrante imaginación visual de Mézières- se ven lastrados por un final precipitado y simplón.

A veces Christin parece prestar más atención a subrayar con trazo grueso la tesis que pretende sustentar el relato que a agotar las posiblidades abiertas para personajes y trama. Los inicios siempre interesantes y prometedores de cada aventura no consiguen culminar un buen final.

"Fronteras cósmicas" es un buen emblema de esta característica. Sus 18 primeras planchas componen el relato casi elegiaco: una estirpe de príncipes que, como últimos mohicanos de su raza, recorren el cosmos buscando mitigar su soledad. Un prólogo trágico de gran belleza que merecería un desarrollo mayor (tal vez incluso otro álbum) en la trama posterior. Pero, una vez más, la historia se precipita en las últimas planchas para alcanzar un desenlace banal. ( )