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Publicada por primera vez en 1986, En los reinos de Taifa prolonga el itinerario memorialístico iniciado por Juan Goytisolo en Coto vedado, texto en el que acontecimiento y vivencia se amoldan a la perfección, dando la medida exacta del itinerario de la evolución vital, el tono justo de un paisaje en el que espíritu y acción se complementan. Articulada alrededor de los viajes, estancias y vivencias del autor en París, Cuba, la Unión Soviética y África, la obra se presenta en la edición definitiva que estableció el autor una década después de su publicación. Confirmación de la maestría de Goytisolo como uno de los grandes narradores españoles contemporáneos. ( )
En las primeras y ajetreadas semanas de mi estancia en París entré igualmente en contacto con algunos exiliados españoles y viajeros procedentes de la Península situados entonces, en su mayoría, en la órbita del PCE: Tuñón de Lara, Antonio Soriano, dueño de la librería española de la Rue de Seine, Eduardo Haro Tecglen, Ricardo Muñoz Suay, Alfonso Sastre y Eva Forest, Juan Antonio Bardem. p.7
Si, parafraseando a Valéry, el fascismo es el arte de impedir que la gente se ocupe en lo que le interesa, Franco, mucho más que Hitler, es un artista en la materia. p.32
...un documento extraordinario (el diario de vigilancias de un militante comunista) verdaderamente enjundioso y significativo por sus atisbos y calas en los métodos, organización, lenguaje y hasta referencias culturales a veces sorprendentes y agudas de un adversario ubicuo, implacable y omnímodo pero desconocido y abstracto más allá de sus manifestaciones de poder y zarpadas bruscas, compendio y retrato de la lucha quijotesca, desigual, condenada de antemano de los núcleos de la oposición clandestina acechados noche y día en sus suspiros y exclamaciones a media voz por una oculta pero omnipresente red de malsines, escuchas, centinelas, vigías cuya constancia y empeño volvían irrisoriamente patéticos las precauciones y esfuerzos de aquéllos por asegurar su invisibilidad. p.33
El diario Pueblo, órgano de los llamados Sindicatos Verticales dirigido por Emilio Romero, manifestó su malhumor en dos editoriales titulados "La moda francesa de la joven literatura española" (29/2/60) y "Tergiversación" (15/3/60) p.38
En adelante, cuando vuelva fugazmente a España, lo haré ya forzado y a contrapelo, con una paulatina desafección a un país en vías de progeso pero moral y políticamente estancado, rollizo y saludable pero obstinadamente mudo. p.61
...en un estado de excepcional ligereza y alivio, resolví cortarme la coleta de torpe aprendiz de político y no volver a tocar el tema hasta el día hipotético de la muerte de Franco...En adelante, formularás opiniones políticas sobre Santo Domingo, Checoslovaquia o Palestina pero no sobre España. Su previsible evolcuín bajo el franquismo ha dejado de apasionarte...Desafecto, indiferencia, distancia que en momentos extremos alimentarán tus sueños de hacerte maltés, de conseguir como fuere el ansiado documento de apátrida: lejos de la belladurmiente sociedad de los tuyos, del gran pueblo de mudos ensordecidos por su largo, estruendoso silencio. Negación obsstinada, neurótica de tu tierra, deseo instintivo de huir si tus vecinos se expresan enfáticamente en su lengua, inexplicablde malestar al topar con paisanos que se dirigen no a ti sino a tu doble molesto: desmentir con descaro tu identidad, responder al perturbador enidioma abrupto y extraño. Rechazo violentode un ámbito que, coon ambivalencia significativa, compensas con una apasionamiento creciento por su historia y cultura: devoración bulímica de los clásicos, relectura de Asín y Américo Castro, deslumbramiento, apropiación de Blanco White. p.81
La resolución de partir en guerra contra mi imagen fue firme, pero las incidencias del combate se prolongaron durante años y sus resultados fueron tardíos. Aun ahora no he logrado borrarla del todo de la mente de quienes me conocieron por aquellas fechas y, peso a mis esfuerzos de desalojo, pequeños ecos o vestigios de ella subsisten dentro de mí. De cuantas batallas he trabado contra inclinaciones personales que desprecio, ésta ha sido tal vez la más ingrata y ruda. ¿Cómo liberarme de ese doble joven y a primera vista agraciado por la fortuna pero cuyos gustos, ideas y ambiciones han dejado de ser los míos e incluso me repelen?...Pinchar el globo exigía una serie de renuncias y transformaciones que ponían mi vida patas arriba. Para hacerlo, debía sabotear mi modesta, pero envidiada posición en el mundo editorial a cambio de otra dudosa, arriesgada, difícil en el de la literatura; encontrar una alternatibva económica a mis ingresos de escritor; defender las causas perdidas o impopulares frente a las rentables y oportunas; vivir aislado y CULTIVAR LAS ENEMISTADES; dejar de concdbir la vocación como una carrera y al novelista o poeta como portavoces del interés nacional. p. 87-88
La atención prestada a España por las editoriales francesas ha sido casi siempre mezquina, desenfocada e intermitente. Fuera del caso especial de García Lorca, glorificado ab initio con el lanzamiento de sus obras completas, ni los autores más representativos del 98 ni de las generaciones sucesivas de antes y después de la guerra habían alcanzao en los años cincuenta una mediana difusión ni eran objeto de una traducción selectiva y correcta...Recuerdo que a la muerte del primero (Baroja), acaecida a poco de mi llegada, recibí varias llamadas telefónicas de periódicos y revistas literarias preguntando por "ese novelista español a cuyo entierro había asistido Este menosprecio o desinterés tradicionales a lo escrito allende los Pirineos -tan similares a los nuestros respecto a Portugal y al mundo árabe- se habían visto reforzados por la convicción bastante extendida de que la cultura española murió con la guerra. El franquismo había convertido a España en un erial; ningún fruto, aun raquítico, podía brotar de ella. p. 105
Como no te cansas dedecir, la única moral del escritor frente a la que no cabe recurso alguno, será devolver a la comunidad literario-lingüística a la que pertenece una escritura nueva y personal, distinta en todo caso de la que existía y recibió de ella en el momento de emprender su tarea: trabajar en lo ya hecho, seguir modelos aceptados es condenarse a la parvedad e insignificancia por mucho que el escritor consiga así el aplauso público: la obra de quien no innova podría no existir sin que su desaparición afectara en nada al desenvolvimiento de su cultura. p.112
Jaime Gil de Biedma observaba con agudeza que, a partir de un determinado momento, una relación amorosa estable nos suele traer una mala noticia respecto a nosotros mismos: la de no ser realmente como creíamos o, a decirlo más bien, como imaginábamos ser. La sorpresa debería resultar desalentadora para nosotros mas de ordinario no lo es ni lo será sino de forma retrospectiva. El descubrimiento de que somos peores, mucho peores de lo que suponíamos -sujeros a celos, reacciones mezquinas, actitudes incongruas, arrebatos pasionales, ambivalencia afectiva, autocompasión enfermiza, mala fe, irracionalidad- no se acompaña en general de sentimientos de bochorno ni afanes de enmienda. El huésped que vive en nosotros y actúa de esa manera goza de impunidad absoluta. p. 216
A la verdad, mi caso no difería demasiado del de aquellos jóvenes de clase media que, como escribiría Octavio Paz más tarde, "transformaban sus obsesiones y fantasmas personales en fantasías ideológicas en las que el fin del mundo asume la forma paradójica de una revolución proletaria sin proletariado". p. 220
Luis Miguel DOMINGUÍN recorre la URSS en viaje de negocios y, enterado por terceros de que estamos allí, acude brevemente a saldarnos. Yo conozco a su hermano Domingo y su cuñado y rival Antonio Ordóñez: en la ocasión en que fui a Nimes con Monique, durante la temporada en que frecuentamos a Hemingway, me llevaron a España con ellos sin que la policía de fronteras, en su calurosa recepción al torero, se molestara en averiguar quién iba en el automóvil ni me sellase siquiera el pasaporte. En el trayecto a Barcelona, quizá para ahuyentar el sueño, Domingo y Ordóñez habían sostenido una divertida discusión pòlítica. El primero, apoderado entonces de su cuñado, insistía en convertirle a sus ideas comunistas, pero el torero no se dejaba convencer y contratacaba con argumentos ad hominem: si tanto presumía de rojo, ¿por qué le cobraba un diez por ciento de comisión?; ¿aquella no era acaso una forma de explotación burguesa? ¡Pues claro que lo era!, contestaba Domingo. La única regla moral del capitalista consistía precisamente en apropiarse de la plusvalía de los demás. Cuanto más explotador fuera, más contribuiría a disipar las ilusiones reformistas y fomentar objetivamente una conciencia revolucionaria. La colaboración interclasista, las compnendas de la socialdemocracia incurrían en los vicios revisionistas condenados severamente por Lenin. Ordóñez, sin dar su brazo a torcer, concluía entre risas: ¡Qué comunista ni qué leches! lo que eres es pancista. p.265
El descubrimiento cardinal de las últimas décadas, como ha visto muy bien Maxime Rodinson, es el de que las revoluciones son relativas y la lucha final se aleja indefinidamente conforme creemos acercarnos a ella en la medida en que el "socialismo existente" no acaba ni mucho menos con la explotación ni opresión sino que las transforma y a veces las acentúa; en consecuencia, los métodos, objetivos y programas de lo Estados o movimientos revolucionarios reales o supuestos deberán ser examinados con lucidez y cautela: "LA ADHESIÓN INCONDICIONAL EMPUJA SIEMPRE A APROBAR ERRORES Y, A MENUDO, HORRORES". Dicha experiencia, llena de tropiezos, desencantos, batacazos, caídas, me conducirá poco a poco a la conclusión que formularé años después, en un acto universitario, a los estudiantes de la Universidad de Sevilla: la de PREFERIR EQUIVOCARME POR MI CUENTA A TENER RAZÓN POR CONSIGNA.
Últimas palabras
Aviso de desambiguación
Editores de la editorial
Blurbistas
Idioma original
DDC/MDS Canónico
LCC canónico
▾Referencias
Referencias a esta obra en fuentes externas.
Wikipedia en inglés
Ninguno
▾Descripciones del libro
Novela que prolonga el itinerario memorialístico iniciado por Juan Goytisolo en "Coto vedado".