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El Balcón en Invierno

por Luis Landero

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789345,694 (4.31)3
Asomado al balcón, debatiéndose entre la vida que bulle en la calle y la novela que ha empezado a escribir pero que no le satisface, el escritor se ve asaltado por el recuerdo de una conversación que tuvo lugar cincuenta años antes, en otro balcón, con su madre. Yo tenía dieciséis años, y mi madre cuarenta y siete. Mi padre, con cincuenta, había muerto en mayo, y ahora se abría ante nosotros un futuro incierto pero también prometedor.. Este libro es la narración emocionante de una infancia en una familia de labradores en Alburquerque (Extremadura), y una adolescencia en el madrileño barrio de la Prosperidad. Es también el relato, a veces de una implacable sinceridad, otras chusco y humorístico, de por qué oscuros designios del azar un chico de una familia donde apenas había un libro logra encontrarse con la literatura y ser escritor. Y de sus vicisitudes laborales en comercios, talleres y oficinas, mientras estudia en academias nocturnas, empeñado en ser un hombre de provecho. Pero dispuesto a tirarlo todo por la borda para ser guitarrista, y vivir como artista. Y en ese universo familiar de los descendientes de hojalateros, surge un divertidísimo e inagotable caudal de historias y anécdotas en el que se reconoce la historia reciente… (más)
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Cuando Landero publicó Juegos de la edad tardía lo leí con mucho placer, pero no sé por qué, aunque me he seguido comprando lo que sacaba, no lo había vuelto a leer. El otro día decidí recuperar a un autor que me hizo pasar ratos gustosos. Por esas casualidades de la vida, coincidió con los artículos deliciosos de Gabriel Hormaechea sobre el vocabulario de Landero y de su abuela, publicados en Vasos Comunicantes. Cuando los leí, me acordé de una de las razones por las que disfrutaba leyendo a Landero: habla en un idioma especial, que trae ecos de otros tiempos.

No sé por qué he decidido retomar por este libro en lugar de elegir el segundo, quizá por la foto de la portada, la ternura inmensa de la chaqueta llena de bolsas y botones que tiran y el gesto protector con la madre, que se va haciendo más y más pequeñita.

Es un libro que no tiene mucha estructura, avanza deslavazado del pueblo al campo, del campo a la ciudad, adelante y atrás, adelante y atrás. Lo que sí tiene es un poder hipnótico que te lleva a vivir a otro tiempo y otro lugar, que es lo que tiene que hacer un libro.
  aliciamartorell | Sep 23, 2023 |
Asomado al balcón, debatiéndose entre la vida que bulle en la calle y la novela que ha empezado a escribir pero que no le satisface, el escritor se ve asaltado por el recuerdo de una conversación que tuvo lugar cincuenta años antes, en otro balcón, con su madre. «Yo tenía dieciséis años, y mi madre cuarenta y siete. Mi padre, con cincuenta, había muerto en mayo, y ahora se abría ante nosotros un futuro incierto pero también prometedor.» Este libro es la narración emocionante de una infancia en una familia de labradores en Alburquerque (Extremadura), y una adolescencia en el madrileño barrio de la Prosperidad. Es también el relato, a veces de una implacable sinceridad, otras chusco y humorístico, de por qué oscuros designios del azar un chico de una familia donde apenas había un libro logra encontrarse con la literatura y ser escritor. Y de sus vicisitudes laborales en comercios, talleres y oficinas, mientras estudia en academias nocturnas, empeñado en ser un hombre de provecho. Pero dispuesto a tirarlo todo por la borda para ser guitarrista, y vivir como artista. Y en ese universo familiar de los descendientes de hojalateros, surge un divertidísimo e inagotable caudal de historias y anécdotas en el que se reconoce la historia reciente. ( )
  juan1961 | Jun 4, 2023 |
Landero nos cuenta su vida. Bueno, nos cuenta su infancia en el pueblo y su adolescencia y primera juventud en Madrid. Alterna las distintas épocas, incluyendo la actual y, supongo, incluye también "mentiras", como le decía su madre constantemente, es decir, eso que hoy se llama "autoficción". En todo caso, tiene oficio de sobra para mantenernos entretenidos hasta el final. Por mi parte, me ha gustado más la segunda mitad y recuerdo dos escenas: el viaje con su padre desde la finca donde vivían hasta el pueblo (que, naturalmente, era la modernidad personificada) y los relatos y conversaciones al amor de la lumbre. Landero sabe que la memoria es traicionera y por tanto no pretende contar una historia lineal, sino que va saltando según le vienen los recuerdos (o eso parece) y, como digo, sin que todo sea necesariamente verdad rigurosa. Buen libro, pues. ( )
  caflores | Dec 4, 2022 |
Uno se siente como invitado especial al balcón de la casa de Luis Landero, a ser partícipe de las vistas que él posee, a observar las postales más bellas, crudas y reales que su balcón o su memoria, como se prefiera, tiene guardadas en esa época madura que es el invierno.

Y es que El balcón en invierno es un repaso, en ocasiones exhaustivo, de la vida de Luis, sobre todo de su niñez y adolescencia. Cómo termina, o mejor dicho, cómo empieza desenrollando la tira de su memoria se debe al hastío que siente relatando historias ficticias. Con la última novela que está escribiendo se siente desanimado, lo que escribe no le gusta, lo relee tantas veces como tantas ganas tiene de seguir adelante con su profesión de escritor, pero se pregunta “¿dónde está en verdad la vida?”, no la de mentiras, leyendas e imaginaciones si no la de las verdades que cada uno lleva a cuestas. Envidiando al jubilado protagonista del relato que está escribiendo se echa a la calle a vivir, a degustar lo que nunca ha sabido ver en los placeres de la calle, a saborear cada rincón de la estampa que desde el balcón de su despacho lleva viendo muchos años, para caer en la cuenta de que él lo que necesita es escribir, novelar verdades, describir la vida tal cual ha sido y es.
Así comienza su verdadera novela, la de su vida, la que quiere enseñarnos por qué Luis siente ese amor por la literatura, en la que caben sus familiares y sobre todo las peculiaridades de cada uno de ellos, pues son las miles de pequeñas piezas que forman el puzzle de la existencia de Luis y sus por qués.

Según se lee la novela se encuentra uno más seguro de estar frente a frente con el narrador escuchando en directo los hechos más importantes que le condujeron hasta el lugar que ocupa hoy en la sociedad y, por supuesto, en el mundo literario. Se debe al lenguaje directo y ameno, de lectura fácil, con expresiones que nos recuerdan a una conversación con un amigo que nos abre su alma para conocerlo mejor. La riqueza del vocabulario es otro de los puntos a destacar y el manejo que de él hace lo convierte en un exquisito narrador.

Su primer amor, inevitablemente, la poesía, es sin duda un amor verdadero que ha dejado su huella en la vida de Luis, como todos los primeros amores en todos los mortales, y se refleja en el relato entero, en el ritmo de las palabras, en la musicalidad, la armonía, las abundantes enumeraciones que nos rodean formando un área de trescientos sesenta grados donde colocarnos a observar, a escuchar, a añorar.
Su estilo se refuerza ofreciendo descripciones sensoriales con las que apreciamos los sonidos de los diferentes ambientes en que nos coloca, con las que respiramos los mismos olores que rememora, los sabores del pueblo y del campo que han formado en él la persona que ahora es y que añora ese pasado.

Narrado en primera persona su voz es también la de su madre, la de su primo Paco que terminará siendo además su cuñado, la de su padre y sus hermanas en las conversaciones que recuerda con ellos. Pero también su voz será su yo interno, ese personaje que vive dentro de uno mismo y que cuestiona y examina cada pensamiento, cada sensación, que ayuda a forjar los recuerdos.

Un relato bien estructurado en capítulos que se funden con episodios que le han llevado a amar la literatura. En sus orígenes fue la forma oral, por supuesto, con las historias que le contaban en el pueblo y el campo sus familiares, más tarde, su padre leyendo a sus jornaleros y escuchando poesía en la radio. Se mezclan recuerdos del pueblo y el campo con los de la llegada a Madrid y sus primeros trabajos, sus primeras ilusiones, sus primeros libros y sus primeros sueños.

Llega el final del relato y con él la sensación de haber pasado una entrañable tarde dialogando con Luis Landero sobre su pasado, deseando que llegue la tarde siguiente para seguir escuchando, quizá, su presente. ( )
  lagatamelman | Nov 10, 2015 |
Maravillosa, maravillosa.
Salta del narrador en primera persona al narrador en tercera con total dulzura.
Un libro que nos reconcilia con la vida. Así de difícil.
Luis Landero, un nombre importante.
"En mi familia, como en tantas familias campesinas del sur, había siempre un miedo difuso, primario, no se sabía muy bien a qué. Miedo a la autoridad, por ejemplo, pero no tanto a la autoridad que se sustenta en las armas y en la violencia como en los papeles. En cualquier momento, por un descuido, por un error, por una denuncia anónima, por un viejo pleito que se cerró en falso, podía llegar una citación que nos atrapara en un enredo judicial. Todos los términos que tenían que ver con la justicia, con las leyes, con la política, con los documentos, se pronunciaban en voz baja y aprensiva. Quizá el analfabetismo, además del trabajo bien hecho de las tiranías en la memoria colectiva, propiciaban esos vagos espantos ante la palabra escrita o hermética." ( )
  crsiaac | Feb 3, 2015 |
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Asomado al balcón, debatiéndose entre la vida que bulle en la calle y la novela que ha empezado a escribir pero que no le satisface, el escritor se ve asaltado por el recuerdo de una conversación que tuvo lugar cincuenta años antes, en otro balcón, con su madre. Yo tenía dieciséis años, y mi madre cuarenta y siete. Mi padre, con cincuenta, había muerto en mayo, y ahora se abría ante nosotros un futuro incierto pero también prometedor.. Este libro es la narración emocionante de una infancia en una familia de labradores en Alburquerque (Extremadura), y una adolescencia en el madrileño barrio de la Prosperidad. Es también el relato, a veces de una implacable sinceridad, otras chusco y humorístico, de por qué oscuros designios del azar un chico de una familia donde apenas había un libro logra encontrarse con la literatura y ser escritor. Y de sus vicisitudes laborales en comercios, talleres y oficinas, mientras estudia en academias nocturnas, empeñado en ser un hombre de provecho. Pero dispuesto a tirarlo todo por la borda para ser guitarrista, y vivir como artista. Y en ese universo familiar de los descendientes de hojalateros, surge un divertidísimo e inagotable caudal de historias y anécdotas en el que se reconoce la historia reciente

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Asomado al balcón, debatiéndose entre la vida que bulle en la calle y la novela que ha empezado a escribir pero que no le satisface, el escritor se ve asaltado por el recuerdo de una conversación que tuvo lugar cincuenta años antes, en otro balcón, con su madre. «Yo tenía dieciséis años, y mi madre cuarenta y siete. Mi padre, con cincuenta, había muerto en mayo, y ahora se abría ante nosotros un futuro incierto pero también prometedor.». Este libro es la narración emocionante de una infancia en una familia de labradores en Alburquerque (Extremadura), y una adolescencia en el madrileño barrio de la Prosperidad. Es también el relato, a veces de una implacable sinceridad, otras chusco y humorístico, de por qué oscuros designios del azar un chico de una familia donde apenas había un libro logra encontrarse con la literatura y ser escritor. Y de sus vicisitudes laborales en comercios, talleres y oficinas, mientras estudia en academias nocturnas, empeñado en ser un hombre de provecho. Pero dispuesto a tirarlo todo por la borda para ser guitarrista, y vivir como artista. Y en ese universo familiar de los descendientes de hojalateros, surge un divertidísimo e inagotable caudal de historias y anécdotas en el que se reconoce la historia reciente
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