Narrativa bucólica o pastoril o libros de pastores

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Existía ya una amplia tradición anterior de literatura pastoril centrada en torno al subgénero lírico de la égloga o poema las más de las veces dialogado en que diversos pastores idealizados se cuentan sus amores, afortunados o no. La égloga o idilio pastoril nació con el poeta griego Teócrito, quien fue seguido en este género por el también griego Mosco y el poeta romano Virgilio, quien innovó al hacer de sus pastores trasunto de personajes reales de su entorno: Mecenas, el emperador Augusto etc... Posteriormente, en la Edad Media, Giovanni Boccaccio compuso algunas prosas narrativas de tema pastoril y eglógico como el Ninfale d'Ameto y el Ninfale Fiesolano. Pero será Jacopo Sannazaro quien, en su Arcadia (1504, traducida al castellano en 1549), configure definitivamente el género como un argumento narrativo entreverado de composiciones o canciones en verso de tema amoroso entonadas por los pastores.

La novela pastoril refleja la visión idealista y poco realista del Renacimiento, su espíritu estilizado y su platonismo. La temática es siempre amorosa y ofrece una visión estática de la naturaleza. La narración es morosa y lenta y la acción, que es sin embargo embrollada, se desenvuelve con premiosidad ya que lo que importa fundamentalmente es el análisis de los sentimientos y pasiones de los personajes y la descripción del paisaje natural. Por otra parte, son frecuentes las interrupciones don digresiones de todo género o incluso con otras historias ajenas a la acción principal, aparte de los constantes versos intercalados.

Ya hay elementos típicos del género bucólico en las églogas de Garcilaso de la Vega, que había asistido a la Academia Pontaniana de Nápoles y conocía por ello muy bien la obra de su miembro Actius Sincerus, (Jacopo Sannazaro). Así se muestra en los diálogos de Salicio y Nemoroso. También hay elementos pastoriles en los capítulos finales del Amadís de Grecia (1530) de Feliciano de Silva, donde se relata cómo el príncipe Florisel de Niquea se hizo pastor y adoptó el nombre de Laterel Silvestre por amor de la pastora Silvia. Pero el género pasó a España ya configurado de la mano de los siete libros de la italianizante Diana (1559) del portugués que escribía en castellano Jorge de Montemayor. La obra alcanzó un enorme éxito y se tradujo y fue imitada en toda Europa (por ejemplo, la Astrea de Honoré d'Urfé en Francia y, también en este mismo país, pero ya en el siglo XVIII, la Estela de Jean Pierre Claris de Florián, etc...). El género se nacionalizó después con la Diana de Alonso Pérez y la Diana enamorada (1564) de Gaspar Gil Polo, que son continuaciones de la obra de Montemayor, la segunda de ellas ambientada en el paisaje valenciano. En la obra de Gil Polo, además, se ensaya la introducción de nuevos metros.

Características de la novela bucólica o pastoril
1) Mientras que en la novela caballeresca domina la acción, en la pastoril se analiza el mundo interior de los personajes, aunque de manera artificial

2) En estas novelas se encuentran reunidos los más dispares elementos intermedios: líricos, coloquios, conversaciones, situaciones dramáticas.

3) Un ideal domina y da tono a la novela bucólica, el amor platónico, el que no trasciende a lo carnal, el cual sirve de evasión.

4) La atmósfera fundamental es la ilusión, un embellecimiento de la vida por medios retóricos, lo que sugiere al lector un mundo, idealista, aparencial de heroísmo, caballería, galantería, placer, nobleza de alma y de sentimiento, un mundo que en realidad no existe (un fondo que depende de sugestiones).

5) A tal sugestión e ilusión sólo puede llegarse por el camino de la palabra hermosa, de la retórica, de la elocuencia (una forma que depende de la retórica).

6) Esta forma novelesca tenía igualmente un valor educativo y servía de agradable introducción a la dignidad moral, al refinamiento social y al embellecimiento del alma de sus lectores. y a pesar de sus atributos, la novela heroica o idealista no pudo elevarse a las cimas poéticas puesto que sus bases eran demasiadas pedagógicas y retóricas.

Narrativa bucólica medieval:

Se remonta directamente a la novela medieval y por su intermedio a la novela griega tardía. Los paradigmas de esta forma novelesca son la novela de caballería (Amadís de Gaula) y la novela sentimental (Siervo libre de amor).

Italia
• Jacopo Sannazaro (1458 - 1530): Arcadia.

Inglaterra
• Alexander Barclay (¿1476? - 1552): Argenis o Églogas.

Narrativa bucólica del siglo XVI:

Ya en el siglo XVI, la novela pastoril continúa la moda de la novela poética, pero esta vez dirigida a lectores aristocráticos, tanto es así que su difusión salió de los círculos más cultos. El género significa el triunfo del bucolismo en la prosa, paralelo al triunfo de la poesía italianizante. Sus antecedentes, salvo al rusticismo poético de las pastorales medievales, son todos clásicos: la poesía de Teócrito y Virgilio y algunas novelas alejandrinas como Dafnis y Cloe de Longo de Lesbos y Euboico de Dión, así como los influjos italianos de Petrarca con su Carmen bucolicum, la Ninfale fiesolano y Ameto de Boccaccio, la obra de Sanazzaro, su famosa Arcadia.

España
• Alonso Pérez: Segunda parte de la Diana
• Anónimo: Dorido y Clorinda
• Antonio de Lofraso: Los diez libros de Fortuna de Amor
• Bartolomé López de Enciso: Desengaño de celos
• Bernardo de Balbuena: Siglo de Oro en las selvas de Erifile
• Bernardo de la Vega: El pastor de Iberia
• Bernardo González de Bobadilla: Primera parte de las ninfas y pastores de Henares
• Cristóbal Suárez de Figueroa: La constante Amarilis
• Fray Bartolomé Ponce: La clara Diana
• Gaspar Gil Polo: Los cinco libros de la Diana enamorada
• Jerónimo de Covarrubias: La enamorada Elisea
• Luis Gálvez de Montalvo: El pastor de Fílida
• Miguel de Cervantes Saavedra: La Galatea

Francia
• Anónimo: La Mariane du Filomene
• François de Belleforest : La Pyrénées (ou La Pastorale amoureuse) (1571)
• Nicolas de Montreaux: Bergeries de Juliette

Inglaterra
• Robert Greene: Camilla's Alarum to Slumbering Euphues or Arcadia
• Sir Philip Sidney: Arcadia

Portugal
• Jorge de Montemayor: Aviso de discretos; La Arcadia; Los siete libros de la Diana
• Bernardin Ribeiro: Livro de saudades o Menina e Moça (Menina y moza)

Narrativa bucólica del siglo XVII:

Representa, ya en sus últimas consecuencias, la idealización de la vida campestre y de la naturaleza; en esto, como en su estilo e ideales, llega a ser la expresión del espíritu preciosista o del barroco estilizado, que le huye a lo grotesco, satírico y burlón que se manifiesta en otras formas narrativas. La novela pastoril preciosista del siglo XVII sigue las huellas de los modelos renacentistas –principalmente españoles–, pero adquiere mayor viveza al poner de moda los refinamientos cortesanos franceses a la manera de Luis XIV. Este tipo de texto narrativo muestra a personajes de la corte disfrazados de pastores, y los amores literarios son el trasunto de amores reales. Encierra, en síntesis, un idealismo que debía ser, con seguridad, un sentimiento vivo en ciertas clases sociales de la época.

España
• Ana Francisca Albarca de Bolea (1602 - 1685)
• Cándido María Trigueros (1736 ‑ ¿1801?): Galatea y sus bodas.
• Gabriel del Corral: La Cintia de Aranjuez
• Capitán Flagetonte: La Cryselia de Lidaceli
• Gonzalvo Saavedra: Los pastores del Betis
• Juan Enrique Zúñiga: Amor con vista
• Lope Félix de Vega Carpio (El Fénix de los Ingenios): La Arcadia; Pastores de Belén

Francia
• Honoré d'Urfé: La Astrea
• Charles Sorel (Señor de Souvigny): El pastor extravagante; Franción; Las leyes de galantería; Poliandro.
• Marin Le Roy de Gomberville (1600 ?-1674): Carithée ou Polexandre (1621)

Italia
• Antonio de Lofraso (1540 - c. 1600): Los diez libros de fortuna de amor.

Narrativa bucólica siglo XVIII:

Retoma los temas idílicos de los siglos anteriores pero con un revestimiento más elegante y refinado, es decir, el del estilo rococó. El Rococó viene a suavizar los modelos renacentistas y principalmente del Barroco. La narrativa bucólica rococó revela una idealización de las formas terrestres, trasponiendo lo clásico hacia una expresión más viva de la alegría y del amor. La aparatosidad, la magnificencia, la pesadez, el movimiento trágico de las grandes masas, la violencia del Barroco se convierte en un estilo amable, juguetón, alado, danzarín, brillante, ingenioso, delicado, aparentemente frívolo y licencioso, distinguido, con suaves ondulaciones y trémulo de gracia en sus diminutos detalles. Se da una recusación de lo sublime, del “grand goût” y de la visión trágica de la vida. Se muestra un gusto por la naturaleza sencilla, tranquila y recortada que se expresa de la manera más evidente en la geometría de los jardines al estilo versallesco, la cual sirve de escenarios elegantes y voluptuosas “fêtes champêtres” y tiernos idilios, retomando motivos bucólicos a la manera de Teócrito y Virgilio. La vida se concibe como un ensueño de felicidad y de afectación sentimental. Se da una valorización de lo íntimo, tanto en la vida como en el arte, ello expreso mediante escenas de regodeo en jardines a lo Watteau rebosantes de “flirt”, perfumes y música. Se muestra una tendencia hacia el preciosismo estilístico: lo gracioso, lo pulido, lo refinado, lo elegante, lo femenino bajo tonos rosáceos. Predomina la belleza erótica de la figura humana predispuesta en actitudes ligeras y hedonistas, llegando a extremos de expresiones que rayan en el libertinaje y lo desenfrenado. De aquí la temática de carácter sensual y sexual con retoques ovídicos: ternura y perversidad, donaire e indiscreción. Hay cierta predilección por la ironía, por el “esprit”. Se emplean curvas, sinuosidades de líneas que sustituyen lo monótono por una variedad de líneas flexibles y delicadamente suaves. Por otro lado, la novela pastoril rococó representa la desviación de los ideales activistas hacia la intimidad, hacia lo platónico pero con tonos eróticos, que es una de las tantas manifestaciones del sueño de evasión de la realidad, entre los cuales se cuentan la melancolía y la soledad, el anhelo de paz, la huida del mundo activo con el correlativo contraste entre corte (ciudad) y campo, un paradisíaco sentimiento, entre cristianismo y paganismo que identifica la inocencia y la felicidad. Todo esto la convierte en un modelo narrativo de transición hacia los textos de corte sentimental y prerromántico de finales del siglo XVIII.

Francia
• Charles Pinot-Duclos (1704 - 1772): Acajou y Zirfila.
• Claude-Prosper Jolyot de Crébillon (Hijo) (1707 ‑ 1777): La sílfide.
• Jean‑Pierre Claris de Florian (1755 ‑ 1794): Galatea; Estela; Numa Pompilius; Gonzalve de Cordoue.

Alemania
• Salomón Gessener (1730 - 1788): Idilios.

España
• Pedro Montegón y Paret (1745 ‑ 1824): Mirtilo o Los pastores trashumantes.

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