R. L. Stine

A Lucy le gusta contar historias de monstruos. Ha contado tantas que sus amigos y su familia están hasta el gorro de ellas. Pero un día, Lucy descubre un monstruo real, un monstruo vivo: es el bibliotecario que se encarga del programa de lectura del verano. Para Lucy será un desastre haber contado tantas exageradas historias de monstruos. Dice la verdad pero nadie le cree ni una palabra. Lo peor es que el monstruo sabe quién es ella… y anda tras sus pasos.

Courtney es una presumida, una osada total. Se cree muy valiente y hace que Edie y sus amigos se sientan acobardados. Pero Edie ha dicho: ¡basta! Está dispuesto a darle un susto de muerte de una vez por todas. Pone en marcha su diabólico plan. Atrae a su amiga al apestoso barranco de Muddy Creek. Sabe que Courtney cree en esos absurdos rumores sobre los repugnantes monstruos que viven entre el fango. Edie desconoce el peligro que corre... porque el rumor podría ser verdad.

Vanessa es una chica realmente extraña: viste de negro de pies a cabeza, se pinta los labios de negro y lanza hechizos (o al menos eso es lo que ella dice).
Crystal y su hermano Cole no creyeron en sus poderes, hasta que la oyeron hacer, furiosa, una rara advertencia: "Gallina, gallina".
Fue entonces cuando los labios de Crystal se volvieron tan duros como el pico de un pájaro y a Cole le empezaron a salir unas horribles plumas blancas por todo el cuerpo...

Lea no ve por qué su familia tenga que mudarse a aquel viejo y tenebroso caserón en la calle del terror.
La habitación secreta es aún más lúgubre y más tétrica y ha permanecido cerrada a cal y canto al menos durante cien años. Según cuenta, se cometió un asesinato entre aquellas paredes y desde entonces, nadie ha entrado allí...