Fernando Arrabal

Elías Tarsis y Marc Amary son dos genios enfrentados. Ante ellos, el tablero sobre el que se decidirá el campeonato del mundo de ajedrez. A sus espaldas, dos complejas historias personales marcadas por el amor, las fobias, las intrigas políticas y la casualidad. Ganadora del premio Nadal de novela y del Nabokov internacional de novela, «La torre herida por el rayo» recorre, al ritmo de las jugadas que se suceden sobre la mesa, las trayectorias de estos dos antagonistas, conduciendo al lector por entre los vericuetos del singular y siempre sorprendente mundo nacido de la pluma de Fernando Arrabal.… (más)

Presentación de la edición: Estas obras se publicaron en 1958 y 1967 respectivamente, en francés. Esta edición es de Diana Taylor, y es la edición que Fernando Arrabal da por definitiva, ya que las primeras versiones españolas presentaban numerosos errores y omisiones. Hay numerosas notas donde se van dando las variaciones con versiones anteriores, pero a menos que te pique la curiosidad, lo mejor es hacer una lectura sin hacer caso de las notas.
Fernando Arrabal es un amante del teatro, cosa que hay que aprovechar y leer su obra con la imaginación puesta en un escenario, recreando las potentes imágenes y acciones que propone, divirtiéndonos, viendo jugar a los actores, buscando la conexión de sus metáforas con nuestra propia experiencia del mundo.
En El cementerio de automóviles el paisaje parece ser el de una civilización extinguida, de la que solo quedan los restos. Los personajes se relacionan de forma mecánica, como si hubieran quedado algunas claves de comportamiento que inducen a la sumisión o a la autoridad, pero de forma arbitraria, con rutinas y roles intercambiables. Son seres pasivos que viven para la autocomplacencia, dentro de sus grandes limitaciones. En este mundo cerrado en sí mismo aparece un personaje que parece seguir una historia que podemos reconocer, la de Jesucristo; Emanú parece recordar vagamente lo que es la bondad, y se esfuerza en ser bueno. Los personajes y las escenas pueden ser muy cómicos, así que Arrabal nos ayuda a observar desde el humor la crueldad y la miseria, y utilizando una trama inverosímil, pone de relieve las contradicciones de los seres humanos.
En El Arquitecto y el Emperador de Asiria, nos vamos a otra dimensión, la mente perturbada de un individuo, pero nuevamente envuelve el juego teatral en papel de regalo, la metáfora. Dos personajes habitan una isla desierta. Uno se llama a sí mismo emperador de Asiria, el otro, es nombrado arquitecto por el emperador. En sus juegos van adoptando distintas identidades hasta desembocar en un ritual en que el emperador encontrará la redención a la culpa que le atormenta. Pero el ritual les devuelve al punto de partida, el tiempo se convierte en una estructura cíclica. A lo largo de la obra vamos adivinando la verdadera personalidad de este emperador y el trance que le lleva a sus delirios. Quizá acabemos pensando que el Emperador y el Arquitecto son la misma persona. Quizá todos hayamos habitado una isla desierta y quisiéramos decir como el arquitecto: Así no juego, me voy en la piragua.… (más)