"Retrato del corazón humano" llamó La Rochefoucauld a sus "Reflexiones o sentencias y máximas morales" (1655), conjunto de más de 500 epigramas breves y sutiles que gozaron de gran predicamento entre sus contemporáneos. Voltaire diría de ellas que había sido una de las obras que más habían contribuido a educar el gusto de la nación, mientras que Montesquieu las consideraba los refranes de la gente de talento.
Dotado de una gran penetración psicológica y de un don maestro para la sentencia concisa y sugerente, La Rochefoucauld destila en sus "Máximas" una amarga sabiduría mundana y una visión desdeñosa del género humano que llegaría a seducir a pensadores tan radicales como Schopenhauer y Nietzsche. Su mirada despiadadamente escrutadora desenmascara las energías proteicas del egoísmo, el amor propio que late bajo todas nuestras acciones, sentimientos y la llamada virtud. Así, la amistad, la piedad, la honestidad, el pudor femenino, el heroísmo, son analizados con ese conocimiento psicológico que caracteriza a la mejor literatura francesa del "grand siecle". ( )