El Barroco condujo al pliegue hasta sus propios lâimites. La condiciâon barroca de la filosofâia de Leibniz encuentra su justificaciâon en que, en ella, todo se pliega, se despliega y se repliega. Su teorâia del alma entendida como una "mâonada", sin puertas ni ventanas, que obtiene sus mâas claras percepciones de un sombrâio fondo, sâolo puede entenderse por analogâia con el interior de cualquier capilla barroca de aberturas imperceptibles para el que la observa desde dentro.El alma estâa tambiâen llena de pliegues oscuros. Con el propâosito de descubrir un neobarroco moderno, Deleuze sigue la historia del pliegue infinito en todas las artes: en la poesâia de Mallamrmâe y la novela de Proust, en la obra de Michaux, en la mâusica de Boulez y en la pintura de Hantaèi. Una especie de neoleibnizianismo que no ha dejado de inspirar a las mâas diversas teorâias filosâoficas