En el país de Chiyaden, antaño pacífico y próspero, reina ahora la catástrofe y el miedo. El viejo Emperador ha muerto y su heredero, un joven débil y malcriado, es tan sólo un muñeco en las manos del cruel señor Ghita, que es en realidad quien gobierna. Todos los que eran leales al viejo emperador han muerto o han sido expulsados y sus tierras se han visto arrasadas. Taizu, una joven campesina procedente de la región de Hua, al noreste de Chiyaden, ha perdido a su familia a manos de los sicarios de Ghita. Impulsada tan solo por su deseo de venganza, atraviesa bosques y montañas, esquivando a los bandidos y mercenarios que, en esos días, pueblan los caminos, y pasando mil penalidades, para llegar a las montañas de Mon, al sur del país, donde desde hace nueve años el maestro Saukendar, antiguo miembro de la guardia del viejo Emperador, vive desterrado, absolutamente solo como un ermitaño y ajeno por voluntad propia a todo lo que sucede fuera de los límites de su cabaña. Durante este tiempo, Saukendar ha ido convirtiéndose en un mito y Taizu sólo desea una cosa: que el maestro la acepte como su discípula y le enseñe el arte de la guerra.