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Cargando... Journey to the Alcarria: Travels Through the Spanish Countryside (Winner of the Nobel Prize) (edición 1994)por Camilo José Cela (Autor)
Información de la obraViaje a la Alcarria por Camilo José Cela
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Inscríbete en LibraryThing para averiguar si este libro te gustará. Actualmente no hay Conversaciones sobre este libro. Con el morral a la espalda y la cantimplora sujeta al cinturón, el viajero recorre los caminos y los pueblos de la Alcarria. De trecho en trecho va viviendo curiosos encuentros, minúsculas anécdotas y sorprendentes conversaciones que, impertérrito, transcribe con una suave prosa que aúna realismo, comicidad y ternura... Al finalizar el viaje queda este entrañable libro que demuestra las palabras de su autor: «El escritor, aun el que más sedentario pueda parecer, es siempre un irredento vagabundo y ése es su mayor timbre de gloria y libertad». Camilo José Cela: Premio Nobel de Literatura en 1989. Premio Cervantes en 1995. Premio Príncipe Asturias de las Letras en 1987. Con el morral a la espalda y la cantimplora sujeta a la hebilla del cinturón, el viajero recorre las carreteras y los pueblos de la Alcarria. Es el suyo un caminar lento, con mañanas de atmósfera limpia, mediodías calurosos y noches que se le echan encima, como con susto. De pueblo en pueblo el viajero va viviendo curiosos encuentros, minúsculas anécdotas y sorprendentes conversaciones que, impertérrito, transcribe con una suave prosa que aúna realismo, comicidad y ternura. Pero el viaje termina. El viajero dejó atrás la Alcarria con sus notas a cuestas y un algo de pena. A cambio, nos queda un libro que demuestra una de las más arraigadas afirmaciones de Cela: «El escritor, aun el que más sedentario pudiera parecer, es siempre un irredento vagabundo y ése es su mayor timbre de gloria y libertad». s indudable, creo, que Cela se lo pasó en grande en sus andaduras por tierras de Guadalajara. No solo es que lo diga, que lo dice, sino que se trasluce en la forma de tratar este viaje. Si en otras andaduras no parece haber encajado del todo con las tierras y gentes, en esta encontramos buen ambiente y hasta cariño por todas partes. Lo remachan algunas notas añadidas a posteriori, contándonos la correspondencia del autor con los vecinos de aquellos pueblos. El propio Cela deja traslucir que este viaje ya fue buscado como objetivo literario, siendo un autor medianamente conocido y sin graves problemas económicos, lo que le permite viajar en condiciones que no son las de otros momentos. Lo peor son los ripios con los que el autor nos obsequia de vez en cuando, salvo que uno se los tome un poco a chufla, como quizá fuese intención de quien los escribió Con el morral a la espalda y la cantimplora sujeta a la hebilla del cinturón, el viajero recorre las carreteras y los pueblos de la Alcarria. Es el suyo un caminar lento, con mañanas de atmósfera limpia, mediodías calurosos y noches que se le echan encima, como con susto. De pueblo en pueblo el viajero va viviendo curiosos encuentros, minúsculas anécdotas y sorprendentes conversaciones que, impertérrito, transcribe con una suave prosa que aúna realismo, comicidad y ternura. Pero el viaje termina. El viajero dejó atrás la Alcarria con sus notas a cuestas y un algo de pena. A cambio, nos queda un libro que demuestra una de las más arraigadas afirmaciones de Cela: «El escritor, aun el que más sedentario pudiera parecer, es siempre un irredento vagabundo y ése es su mayor timbre de gloria y libertad». Es indudable, creo, que Cela se lo pasó en grande en sus andaduras por tierras de Guadalajara. No solo es que lo diga, que lo dice, sino que se trasluce en la forma de tratar este viaje. Si en otras andaduras no parece haber encajado del todo con las tierras y gentes, en esta encontramos buen ambiente y hasta cariño por todas partes. Lo remachan algunas notas añadidas a posteriori, contándonos la correspondencia del autor con los vecinos de aquellos pueblos. El propio Cela deja traslucir que este viaje ya fue buscado como objetivo literario, siendo un autor medianamente conocido y sin graves problemas económicos, lo que le permite viajar en condiciones que no son las de otros momentos. Lo peor son los ripios con los que el autor nos obsequia de vez en cuando, salvo que uno se los tome un poco a chufla, como quizá fuese intención de quien los escribió. sin reseñas | añadir una reseña
Con el morral a la espalda y la cantimplora sujeta a la hebilla del cinturón, el viajero recorre las carreteras y los pueblos de la Alcarria. Es el suyo un caminar lento, con mañanas de atmósfera limpia, mediodías calurosos y noches que se le echan encima, como con susto. De pueblo en pueblo el viajero va viviendo curiosos encuentros, minúsculas anécdotas y sorprendentes conversaciones que, impertérrito, transcribe con una suave prosa que aúna realismo, comicidad y ternura. Pero el viaje termina. El viajero dejó atrás la Alcarria con sus notas a cuestas y un algo de pena. A cambio, nos queda un libro que demuestra una de las más arraigadas afirmaciones de Cela: «El escritor, aun el que más sedentario pudiera parecer, es siempre un irredento vagabundo y ése es su mayor timbre de gloria y libertad». No se han encontrado descripciones de biblioteca. |
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