Los niños son seres que no han sido contaminados por las complicaciones que acompañan a la vida; por ello sus almas conservan la pureza espiritual que supuestamente tenemos al nacer. El amor, por lo tanto, se manifiesta con sus formas más elevadas en los pequeños. La educación, no obstante, trata de llamar a las cosas por su nombre; por eso será importante que los niños comprendan muy bien la verdadera dimensión y el alcance de ese sentimiento que practican a diario. En este libro se ocupa para esos fines a un perro. Mi amor es un inquieto y travieso animal. Sus peripecias servirán para explicarnos que el amor es la cura de todos los males; el sentimiento que renueva las fuerzas; la sublime sensación que limpia las almas y enriquece el espíritu de los hombres.