Hoy Arniches es un autor maldito. Si te pillan leyéndolo te mirarán con desprecio, como hace unos años si tarareabas una copla. Pero el caso es que sus obras (algunas) se siguen representando con regular éxito, por mucho que los intelectuales al uso las desprecien. Ciertamente, tanto el ambiente que recrean como las técnicas teatrales han evolucionado mucho en un siglo, como no podía ser menos, pero también lo han hecho desde la Grecia clásica y seguimos admirando sus obras, incluso las que no lo merecen tanto.

"La señorita de Trevélez" es, sin duda, la más popular de las obras de Arniches. Incluso fue adaptada para el cine, con muchas modificaciones, por Juan Antonio Bardem. Desde luego que recrea un ambiente que ya no existe, el de los casinos provincianos que desdeñó agudamente Machado, y a unas mujeres que afortunadamente tampoco se comportan, en general, como Flora Trevélez. Pero, por debajo de la trama de enredo y de la crítica al señoritismo que se aburre y, para divertirse, llega a jugar con los sentimientos de los demás, y más allá de los chistes y las ocurrencias, la mayoría de las cuales hoy no nos hacen efecto (algunas todavía sí), por debajo de todo eso hay algunos personajes que siguen emocionando. A mí, en particular, Gonzalo de Trevélez, hermano y custodio de Flora, un tipo algo vanidoso y bruto, pero no tonto, que permite que se burlen de él, pero no consiente las bromas con su hermana. Ambos hermanos, todo lo patéticos que se quiera, son los únicos honestos en toda la obra.

"Es mi hombre" cuenta la historia de un padre sumido en la miseria, hombre pusilánime y apocado donde los haya, que consigue in extremis un trabajo terrible: "gorila" (como diríamos hoy) en una casa de juego. Acuciado por la miseria, acepta el empleo para sacar adelante a su hija adolescente y presenta su enorme miedo como frialdad y temeridad, labrándose así una reputación que le sirve para mantener el trabajo el tiempo suficiente para salir de sus apuros. La trama se complica cuando tiene que enfrentarse a peligros mayores, como son matones de primer nivel y, sobre todo, a una buscona que le seduce. También me ha gustado el personaje principal, que hace de tripas corazón y que lo pasa muy mal cuando tiene que "actuar". Aquí, por cierto, las situaciones cómicas son más eficaces, aunque el fondo sea de menor calado.

En fin, que no digo yo que Arniches sea lo mejor del teatro español de todos los tiempos, pero sí un autor interesante, que hay que contextualizar adecuadamente y que sigue proporcionándonos buenos ratos a nada que nos bajemos de nuestros pedestales intelectuales. ( )

Traster 4 - caixa 3