Esta vez, Wallander tiene que enfrentarse a un caso de sabotaje informático internacional. Las nuevas tecnologías le superan y eso le hace sentirse viejo. Las tecnologías son la novedad de esta novela, porque el inspector ya se sentía viejo y solo en las anteriores. Para colmo, se ve envuelto en una investigación interna y algunos de sus compañeros empiezan a maquinar a sus espaldas. Se añaden los habituales asesinatos sin sentido aparente (y bastante desagradables) y la sensación de que el mundo se va a la mierda, empezando por la antaño modélica Suecia. Esa sensación la hemos tenido todos alguna vez y supongo que por eso se encariña uno con este policía y con su entorno. Por lo demás, Mankell repite cosas ya utilizadas en novelas anteriores, como el dedicarle tanto espacio a averiguar quién es el malo como a los intentos de atraparle, lo que le da pie a escenas de acción muy conseguidas. Lo que uno sospecha es si no estará empezando a abusar de estos trucos. De todos modos, ya me quedan muy pocas novelas de esta serie y tanto el autor como sus personajes se acercan a la jubilación. ( )

Ystad, Suecia, otoño de 1997. Un hombre muere en extrañas circunstancias a las puertas de un cajero automático. Poco después, dos muchachas asesinan salvajemente a un taxista. Detenidas y trasladadas a la comisaría, las dos adolescentes sorprenden a todo el mundo con su agresividad y su indiferencia ante el crimen que han cometido. En un descuido de los agentes, una de ellas logra huir. Al día siguiente, un problema en el suministro eléctrico deja a oscuras gran parte de la región de Escania; cuando el técnico de mantenimiento acude a la estación transformadora, hará un descubrimiento aterrador. El inspector Kurt Wallander no lo tiene nada fácil: a las complejidades informáticas que acaban envolviendo las pesquisas, se suman los indicios de traición que el inspector descubre en su equipo de investigadores. Además, la casi insoportable soledad afectiva del protagonista hacen que se cuestione seriamente su continuidad como policía.

Se está conviertiendo más en una serie costumbrista sobre suecia que en una novela policial, Wallander sigue con sus dudas, errores, soledades y enojos, cada vez más humano pero menos policía, ahora se trata de un grupo de terroristas internacionales que quieren infectar con un virus la economía mundial para producir un caos y la caída del mundo capitalista ( )

Ystad, Suecia, otoño de 1997. Un hombre muere en extrañas circunstancias a las puertas de un cajero automático. Poco después, dos muchachas asesinan salvajemente a un taxista. Detenidas y trasladadas a la comisaría, las dos adolescentes sorprenden a todo el mundo con su agresividad y su indiferencia ante el crimen que han cometido. En un descuido de los agentes, una de ellas logra huir. Al día siguiente, un problema en el suministro eléctrico deja a oscuras gran parte de la región de Escania; cuando el técnico de mantenimiento acude a la estación transformadora, hará un descubrimiento aterrador. El inspector Kurt Wallander no lo tiene nada fácil: a las complejidades informáticas que acaban envolviendo las pesquisas, se suman los indicios de traición que el inspector descubre en su equipo de investigadores. Además, la casi insoportable soledad afectiva del protagonista hacen que se cuestione seriamente su continuidad como policía. ( )

Ya leí todos los libros sobre Kurt (un amigo, después de este tiempo juntos) excepto Pirámide y Un Hombre Inquieto, pero este me resultó de lo más flojo. En cuanto a temática y resolución (tan vertiginosa y previsible como la de Un Hombre Sonriente). Me quedo con otros títulos de la saga, aunque no es menor el tema con el que se ha visto envuelto esta vez. ( )