Fue Ruth Claire la que encontró al eslabón perdido: un homínido, resto de una etapa anterior en la evolución humana, cuyos antepasados habían sido transplantados a América a principios del siglo XIX, una curiosidad antropológica ni siquiera dotada del don de la palabra, condenada a convertirse en pasto de la prensa y de los burócratas de la ciencia... si no fuera porque Ruth Claire y su ex marido Paul estaban dispuestos a ocultarle.

Pero vivimos en una sociedad mediática. Adán - así había sido bautizado el homo habilis por Ruth Claire - salió a la luz y, entre los males de una curiosidad morbosa e interesada, conoció, bajo la amorosa guía de la mujer que le descubrió, convertida en su amante, las mieles de la creación artística y del pensamiento abstracto. Para Adán, también para sus amigos, el choque entre la abstracción religiosa y los atavismos culturales de un pueblo acostumbrado a hablar con los dioses se convirtió en la más asombrosa aventura intelectual.