El prefijo iterativo delante del verbo «leer» puede ser una pequeña hipocresía de todos los que se avergüenzan de admitir que no han leído un libro famoso. Para tranquilizarlos bastará señalar que por vastas que puedan ser las lecturas «de formación» de un individuo, siempre queda un número enorme de obras fundamentales que uno no ha leído.

Para Italo Calvino comentar un clásico sirve para definirte a ti mismo ( )

Con esta guía del eminente escritor la lectura de los clásicos se transformará para nosotros en una aventura doblemente maravillosa, ya que estará iluminada por una visión previa sumamente inteligente. Pero, además, nos sentiremos motivados para realizar nuestra propia apreciación personal, libre de prejuicios, no sólo de las obras aquí sugeridas, sino para llegar a decidir quiénes serán nuestros propios clásicos.En efecto este autor tiene un concepto muy amplio y flexible sobre cuáles son los libros clásicos. Algunas de las pautas que ofrece Calvino para reconocerlos podrían ser enumeradas así: son los libros que siempre estamos dispuestos a releer y cada vez que volvemos a ellos nos dicen nuevas cosas, nos reservan nuevas sorpresas; son los libros que siempre perduran porque han dejado una huella en la cultura, aunque a veces esa huella se oculte entremezclada con otras que conforman el imaginario colectivo o individual y sólo pueda descubrirse en algunas pautas de comportamiento o en ciertos valores significativos para un pueblo determinado o una persona en particular; nuestro clásico particular es aquél que no puede dejarnos indiferentes y que nos ayuda a definirnos, aún por contraposición a él. ( )