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Bueno, pues ya me terminé el gran centón de las novelas de caballerías. Dos mil páginas enteras y verdaderas (eso sí, en edición bilingüe y en verso) que se hacen mucho más amenas de lo que pudiera parecer. El fondo de todo es la guerra entre Carlomagno y el rey de "África", Agramante, por el dominio de Francia. En cada bando hay los correspondientes caballeros, cada uno de ellos con sus propias historias y sus propios intereses, que no dudan en dejar tirados a sus señores cuando se trata de buscar sus aventuras, cumplir sus propios compromisos y atender a sus damas. Y de aquí se despliengan no sé cuántas historias más, con todos estos caballeros sueltos por el mundo y que, además de encontrarse con magos y villanos varios, se encuentran entre ellos, a veces para pelear, a veces para aliarse y a veces para ambas cosas casi a la vez. Destacaré la historia que da nombre al libro, la de Orlando (Roldán) que se vuelve loco cuando su amada Angélica se marcha con un "sarraceno" a la India (por cierto, que la historia de Ángélica y Medoro tuvo luego mucha fortuna literaria en España), y también los accidentados amores entre Rugero y Bradamante: el primero empezó moro y terminó cristiano para casarse con la segunda.
Este personaje, Bradamante, me da pie a mencionar una de las cosas llamativas del libro, y es el papel de las mujeres. No solo es que Ariosto coloque aquí y allá discursos en su favor, en particular el famoso que está al principio del canto XXXVII, sino que hay varias "caballeras" que dan mucho juego, porque lo mismo hilan y obedecen a sus padres como buenas chicas como salen al campo de batalla y sueltan hostias como panes, cepillándose a cuanto sarraceno, endriago o aleve traidor se encuentran, que no son pocos. Incluso hay una tal Marfisa que, para colmo, tiene poderes sobrenaturales (eso también es un tópico femenino), así que lo del "sexo débil" no va con este libro, para nada. Recordemos que, en la época, la famosa "querella de las damas" estaba en su apogeo.
Otro asunto interesante para mí es la muy conocida conexión de esta obra con el Quijote, del que es una confesada fuente. Resulta muy divertido ver aquí en su salsa a algunos de los héroes preferidos de don Alonso, como Mambrino o Turpín. Claro que eso no es mérito de Ariosto, pero no deja de ser interesante, como digo. Si a Cervantes le gustaba este libro, por algo sería.
Y es que se lee muy bien, sorprendentemente bien. El autor abunda en recursos para entretener al lector, empezando por fingir ser un rapsoda y que su público son oyentes, no lectores. Pero sigue con las conexiones con acontecimientos cercanos, incluyendo alabanzas a sus protectores y denuestos para sus enemigos (muchas veces los españoles, claro), o con continuos cambios de escenarios y de argumentos, en lugares muy lejanos entre sí, o la sabia administración de lo sobrenatural, la mezcla entre mitos griegos y tradición cristiana, el truco de cortar una escena culminante (por ejemplo, una singular batalla) para pasar a otra cosa y luego retomarla varias estrofas después (esto me recordó la famosa pelea entre don Quijote y el vizcaíno, que Cervantes deja literalmente con las espadas en alto), y las ocasionales ironías sobre la credibilidad de las historias. Todo esto, y algunas cosas más que seguramente me dejo en el tintero, hacen de este un libro más que recomendable. Eso sí, si uno tiene la suficiente paciencia y ánimo. ( )
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Orlando Furioso di Messere Ludovico Ariosto Allo Illustrissimo e Reverendissimo Cardinale Donno Ippolito da Este Suo Signore.
Primeras palabras
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Le donne, i cavallier, l'arme, gli amori, le cortesie, l'audaci imprese io canto, che furo al tempo che passaro i Mori d'Africa, il mare e in Francia nocquer tanto, seguendo l'ire e i giovenil furori d'Agramante lor re, che si diè vanto di vendicar la morte di Troiano sopra re Carlo imperatore romano.
Citas
Últimas palabras
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Alle squallide ripe d'Acheronte, sciolta dal corpo più freddo che giaccio, bestemmiando fuggì l'alma sdegnosa, che fu sì altiera al mondo e sì orgogliosa.
Este personaje, Bradamante, me da pie a mencionar una de las cosas llamativas del libro, y es el papel de las mujeres. No solo es que Ariosto coloque aquí y allá discursos en su favor, en particular el famoso que está al principio del canto XXXVII, sino que hay varias "caballeras" que dan mucho juego, porque lo mismo hilan y obedecen a sus padres como buenas chicas como salen al campo de batalla y sueltan hostias como panes, cepillándose a cuanto sarraceno, endriago o aleve traidor se encuentran, que no son pocos. Incluso hay una tal Marfisa que, para colmo, tiene poderes sobrenaturales (eso también es un tópico femenino), así que lo del "sexo débil" no va con este libro, para nada. Recordemos que, en la época, la famosa "querella de las damas" estaba en su apogeo.
Otro asunto interesante para mí es la muy conocida conexión de esta obra con el Quijote, del que es una confesada fuente. Resulta muy divertido ver aquí en su salsa a algunos de los héroes preferidos de don Alonso, como Mambrino o Turpín. Claro que eso no es mérito de Ariosto, pero no deja de ser interesante, como digo. Si a Cervantes le gustaba este libro, por algo sería.
Y es que se lee muy bien, sorprendentemente bien. El autor abunda en recursos para entretener al lector, empezando por fingir ser un rapsoda y que su público son oyentes, no lectores. Pero sigue con las conexiones con acontecimientos cercanos, incluyendo alabanzas a sus protectores y denuestos para sus enemigos (muchas veces los españoles, claro), o con continuos cambios de escenarios y de argumentos, en lugares muy lejanos entre sí, o la sabia administración de lo sobrenatural, la mezcla entre mitos griegos y tradición cristiana, el truco de cortar una escena culminante (por ejemplo, una singular batalla) para pasar a otra cosa y luego retomarla varias estrofas después (esto me recordó la famosa pelea entre don Quijote y el vizcaíno, que Cervantes deja literalmente con las espadas en alto), y las ocasionales ironías sobre la credibilidad de las historias. Todo esto, y algunas cosas más que seguramente me dejo en el tintero, hacen de este un libro más que recomendable. Eso sí, si uno tiene la suficiente paciencia y ánimo. ( )