Premio Nobel de Literatura 1967. La descripción y la denuncia de las tiranías latinoamericanas han servido de trasfondo argumental a novelas de gran calidad literaria. EL SEÑOR PRESIDENTE inspirada en la figura del guatemalteco Estrada Cabrera elevó a su máxima capacidad expresiva esa línea narrativa y lanzó a la fama a Miguel Ángel Asturias (1899-1974), Premio Nobel de Literatura en 1967. El relato constituye un descenso a los infiernos a través de la reconstrucción de una atmósfera de pesadilla, forjada por el ejercicio ilícito del poder y por la omnipresencia de la la tortura y el miedo. La visión esperpéntica de la realidad y el lirismo descarnado logran la transfiguración de una situación histórica concreta en una realidad literaria autónoma.

Novela más famosa de Miguel Angel Asturias. Recrea un mundo tropical más allá de lo sociológico o descriptivo ( )

EL CORONEL PARRALES ES ASESINADO POR UN IDIOTA. EL CRÍMEN ES POLITIZADO, ACUSÁNDO AL GENERAL CANALES, SE INICIAN UNA SERIE DE PERSECUCIONES Y TORTURAS DE INOCENTES. CARA DE ÁNGEL, AMIGO DEL PRESIDENTE, Y POR ORDEN DE ÉSTE, AVISA AL GENERAL PARA QUE HUYA. CARA DE ÁNGEL RAPTA Y SE ENAMORA DE LA HIJA DEL GENERAL, QUE ES REPUDIADA POR SUS PARIENTES, SE CASAN. EL AUDITOR VIERTE SOSPECHAS ANTE EL PRESIDENTE SOBRE CARA DE ÁNGEL, QUE ES FALSAMENTE DESTINADO AL EXTRANJERO Y HECHO DESAPARECER EN UNA MAZMORRA. ( )

La novela El Señor Presidente se llamó primero Los mendigos políticos. Era un cuento que Miguel Ángel Asturias ya tenía escrito cuando en 1923 partió de Guatemala para instalarse en Europa. Asturias había sido testigo desde muy joven de la situación de desigualdad entre las clases, de la explotación injusta del campesinado y de la sensación palpable del miedo a los horrores de las dictaduras, pero no comprendía aún las razones por las que tales circunstancias existían y cuál era la forma de conjurar la situación. ( )

Una historia de amor y de injusticias. El favorito de un presidente bananero (al parecer, fácilmente identificable en la historia de Guatemala) recibe el encargo de salvar por los pelos a un general acusado falsamente de asesinato. En el camino, tropieza con la hija del general y se enamora de ella, comportándose como no cabía esperar en un asesino profesional, y llegando a casarse con ella casi "in articulo mortis" y en supuesto secreto. Pero se supo, y, en virtud de los mismos rumores y las decisiones arbitrarias que a él le valían para ser casi todopoderoso, acabó pudriéndose en una celda sin que su mujer llegase a saber nada más de él. Por el medio van desfilando personajes estrambóticos, heróicos, repugnantes, solidarios. Casi todos acaban mal, bien muertos o encerrados, bien degradados en su propia moral y autoestima. Sólo el "señor Presidente" sale indemne, movedor de todos los hilos, dueño absoluto de las vidas de sus súbditos por un quítame allá una tontería. El argumento, pues, es una denuncia no tanto de la situación de algunos países iberoamericanos de cualquier época poscolonial, sino de a lo que puede llegar un poder absoluto, que degenera no sólo al detentador, sino a su cohorte y, por extensión, a todo el país, paralizado por el miedo a morir por algo que ni siquiera había hecho. Es angustioso.

La forma con que Asturias envuelve este esquema es perfecta. Nada del "realismo mágico" con que le etiquetan en todas partes, empezando por la contraportada. Es simplemente lenguaje poético, que oscila entre la lírica y el surrealismo, lo mejor para introducirnos en un ambiente que, si no fuese porque fue real, creeríamos que sólo puede existir en las pesadillas. El uso constante de imágenes alucinantes, de aliteraciones y musicalidades, se combinan con la alternancia y mezcla de diversos registros de lenguaje, desde el español culto hasta el fronterizo con no se sabe qué lengua india. El resultado es fantástico, en todas las acepciones del término. Un aviso para quienes crean que lo mejor es "un gobernante fuerte" que "dirija" al país y lo libre de "revolucionarios extremistas". ( )