Tristana forma parte del ciclo de las obras agrupadas por el propio Galdós bajo el epígrafe de Novelas españolas contemporáneas. Este ciclo novelístico está dedicado a pintar la vida madrileña en la que nuestro autor ve concentrada la España del siglo XIX. Tristana, no obstante, funciona de una forma totalmente autónoma respecto al resto de las obras de ese ciclo novelístico: no aparece en ella ningún personaje recurrente en el mundo galdosiano, con la excepción de los médicos.

Tristana, hija de familia pobre en el Madrid de mediados del XIX, es recogida por un caballero ex adinerado y mujeriego, que pronto se la cepilla. Pero don Lope es buena persona y cumplirá con su obligación de mantener a la chica aunque, por momentos, se encuentre en la más absoluta pobreza. Tristana, por su parte, desde el primer momento se mostrará como mujer con sus propios criterios, y así su vida oscila entre el deseo de separarse de su aborrecido protector y la conciencia de que, sin él, no tiene futuro. En su momento, se topará con un joven artista, del que se enamora. El amor de ambos, descrito por Galdós en términos realmente insuperables, será hábilmente desgastado tanto por don Lope como por la tía del artista, con la que éste vive y a la que mantiene, hasta que él se marcha a Alicante y se casa con una muchachita de su condición. Por su parte, Tristana, afectada por una enfermedad que la dejará sin su pierna derecha, aprenderá poco a poco a apreciar el cariño prácticamente paternal del viejo don Lope, que cachazudamente hará equilibrios para satisfacer los constantes cambios de vocación vital de su protegida, que pasa con suma rapidez de querer ser pintora a literata o cualquier otra cosa, sin que llegue realmente a nada. Galdós nos lleva de forma magistral por una historia en la que el romanticismo acaba siendo vencido, con suavidad pero con claridad, por las conveniencias más terrestres. Algunos progres han querido ver aquí un grito de libertad femenina, porque Tristana no se resigna a ser mujer objeto, pero la mirada de Galdós no puede reducirse a algo tan estrecho, sino que retrata la condición social y psicológica del ser humano con la suficiente distancia para que toda ideologización resulte forzada. ( )

En letra grande, con una carta de Alicia Giménez Bartlett