Un soldado romano gana una toga que pertenece a Cristo en una apuesta. Al verla, no parece más que una toga normal, desgastada y hecha jirones, decolorada por el intenso sol romano, y tan insignificante como la prenda de cualquier otro hombre de la calle. Pero, para aquellos que la tocan, para aquéllos que se atrevan a vestirla, el verdadero poder de la toga de Jesucristo es un misterio tan indescriptible como la vida misma. Para Marcellus, un soldado cuya vida está consagrada al Imperio romano, la adquisición de la toga es mucho más que una mera coincidencia.
Constituye el primer paso de la senda hacia la verdad innegable del pasado y hacia las inmensas repercusiones que podría tener sobre la existencia de todos los habitantes del imperio. Cuando a Marcellus se le revelan los poderes de la toga, se embarca en un viaje que le llevará a través de extensas tierras, hasta las profundidades de su propia alma, donde nada podrá protegerle del poder implacable de la toga.