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Cargando... La busca (1904 original; edición 1991)por Pío Baroja
Información de la obraLa busca por Pío Baroja (1904)
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Inscríbete en LibraryThing para averiguar si este libro te gustará. Actualmente no hay Conversaciones sobre este libro. “La busca” es la primera novela de la trilogía “La lucha por la vida”, y personalmente es la segunda novela del escritor vasco que tengo a bien “echarme al coleto”, tras la magnífica “El árbol de la ciencia”. Una trama con claroscuros donde la existencia es una cruenta lucha, como señala el título “darwiniano” de la saga. Conseguir comida y poder alimentarse (bien o mal, mucho o poco) y lo que ello conlleva o arrastra es “el pan nuestro de cada día” de una muchedumbre variopinta. Antes de seguir comentando el escrito glosaré la edición que he elegido: el volumen de la editorial, hasta ahora desconocida por mí, Caro Raggio. Un tomo realmente curioso que se puede tildar de “familiar”. La editorial fue fundada en los años 20 por su cuñado, y el libro se compone del texto de Pío ilustrado con una serie de dibujos realizada ex profeso por su hermano, el pintor Ricardo Baroja, y como proemio una breve e interesante introducción del sobrino de ambos, el antropólogo y ensayista Julio Caro Baroja. El prólogo nos pone en antecedentes sobre la vida madrileña del autor, conocedor de la capital, de sus gentes más desfavorecidas e incluso las cuestiones laborales de la época, no en vano regentó una panadería (unos de los escenarios de la novela). Se comenta sus gustos literarios, como los folletines de Sue o lecturas más ilustres como las novelas de Balzac. Además de otros aspectos, Julio Caro Baroja subraya que “La busca” no es la novela típica de escritores sociales al estilo de Gorki, es más bien una narración “documental” con características de objetividad, frialdad y sin caer en sentimentalismos (esta frialdad, casualidad o causalidad, ya lo lleva en el apellido: Baroja en eusquera significa rio frío o valle frío). Reflexión acertada y que, a priori, me suscitó buenas premoniciones lectoras; sin embargo, después de la lectura, lo que con antelación parece una virtud ahí reside uno de sus defectos. “La busca” es una obra realista divida en 3 partes con desigualdad en extensión y capítulos. En la breve primera parte, posiblemente la mejor ya que consigue atrapar la atención del lector, se hace un detallado retrato del Madrid de principios de siglo, básicamente sobre ambientes humildes que se acentuarán en las 2 siguientes etapas. Manuel, el joven protagonista, será los ojos del autor y se convertirá en una especie de crónica-documento de la ciudad. La acción comienza en la típica pensión donde conviven las más dispares personalidades: estudiantes, curas, prostitutas, buscavidas, fisgonas, maledicentes, etc. Singular lugar (tan bien aprovechado literariamente) donde se dan un sinfín de intereses, amoríos, intrigas y confabulaciones. Tras este corto periodo, entra en el mundo laboral o, mejor dicho, consigue un “curro precario”. Una zapatería, propiedad de unos parientes, donde trabará conocimiento con su primo que será la llave para el descubrimiento de los barrios bajos, la criminalidad y las tascas con personajes estrafalarios y de baja estofa. El novelista refleja perfectamente esta chusma, no sólo físicamente (taras, enfermedades y maneras), sino también el lenguaje o jerga que los identifica. El humor, presente en la primera parte y al inicio de ésta, se va diluyendo conforme avanzan las aventuras (o desventuras) de Miguel; una actitud más acorde con el tono trágico y pesimista de la historia. Lo que si continúa, de forma exhaustiva y excelente, son las variadas descripciones, desde edificios deteriorados hasta atmósferas saturadas de podredumbre y miseria. Es un Madrid destartalado, sucio y con espacios malolientes, incluyendo los yermos cuadros campestres. En la última parte el foco se centra en esta clase de microcosmos con sus estrambóticas figuras. Se ponen de manifiesto la moral laxa, los móviles egoístas, las acciones vulgares y la maldad acompañada con la omnipresente y atroz violencia. La hegemonía de la fuerza bruta y su “razón” (instintos bajos y básicos) anteponiéndose a otro tipo de consideración, es el principio por el cual se rige esta vida: es barato morir, trabajando o no; las relaciones de pareja o las pasiones son tortuosas, pues el amor es indisoluble con los celos y amargura; la mujer es siempre menospreciada y ella se reafirma con perversidad; el sexo es precoz y la prostitución una cosa cotidiana; el alcohol y los vicios son los elementos comunes a todos; la amistad se mide por el interés; y el compañerismo se ve con recelo. Baroja ha dividido la vida (existencia-subsistencia) madrileña en 2 mundos paralelos (casi igual de míseros) pero interrelacionados: de un lado habitan la vida diurna, la sociedad urbana, la actividad serena y el esfuerzo de los trabajadores; y de la otra parte están la vida nocturna, los suburbios, la brusquedad y la actividad febril de los delincuentes. El protagonista, desde el inicio hasta el mismo final, se encuentra en un dilema moral entre elegir un camino u otro. Novela escrita con un estilo sencillo, claro, ritmo ágil con abundantes diálogos y, como apunto al principio, de una forma atractiva. Configurado con un diseño “aséptico” dibuja la difícil situación de la capital de los primeros años del siglo XX, sin detenerse en buscar o indicar las causas (sociales o políticas) y culpables de la realidad. Baroja no cae en el error de tomar partido e inculpar (como el ínclito Galdós), ni siquiera se ampara en fórmulas naturalistas y maniqueas. En este sentido la narración es perfecta, no obstante, y según mi impresión, la novela adolece de varios momentos lánguidos y esa falta de vigor en expresar emociones pasa factura; todo ello debido a la pasividad y la apatía de carácter de la figura principal que está en perfecta sintonía y concordancia con la imparcialidad de la historia. La trilogía fue escrita en el mismo año, 1904, y “La busca” tiene el suficiente aliciente para seguir con la serie. Continúa el ojo crítico de Baroja narrando las peripecias de Manuel que se adentra más en los mismos ambientes sórdidos e indigentes (“Mala hierba”) para culminar en el mundo obrero y entornos anarquistas (“Aurora roja”). Lo cierto es que yo he leído otra edición, que es de mi madre, pero ésta es la que anda por mi casa. Además, leí también los otros dos volúmenes de "La lucha por la vida". En todo caso, éste es sin duda el mejor de la trilogía. Las andanzas de Manuel por los barrios bajos de Madrid, buscándose la vida a veces medio honradamente, a veces no, a veces con suerte, a veces no. Las descripciones, que parecen pinceladas, con el proverbial estilo descuidado, que aquí no lo es, ni mucho menos, sino que en su aparente asepsia muchas veces impresiona más que cualquier parrafada naturalista, y dan mayor realce a las épicas dudas y vacilaciones de Manuel entre la vida decente y la ilegalidad. En los otros dos volúmenes, sin embargo, la tensión disminuye porque el protagonista está ya claramente metido en la buena senda, lo que le quita su dramatismo. Por cierto, que esta edición está ilustrada por Ricardo Baroja, lo que siempre es un valor añadido. sin reseñas | añadir una reseña
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PÍO BAROJA Y NESSI nació en Vera del Bidasoa (Guipúzcoa) en 1872. Estudió medicina, doctorándose con un estudio sobre "el dolor". Ejerció durante un tiempo como médico rural en Cestona, aunque no tardó en abandonar la profesión. Desde el punto de vista ideológico, destacan en Baroja dos aspectos: en primer lugar, el pesimismo, su mundo es caótico y sin sentido, la vida absurda; y en segundo lugar cabe notar la absoluta desconfianza en el hombre. Abellán destaca tres notas como esencialmente barojianas: el anhelo de sinceridad, el afán de independencia y el gusto por la acción. En el aspecto político, desde su juventud se mostró indiferente e incluso despreciativo ante los partidos y los hombres de partido. En el aspecto religioso fue anticlerical y escéptico y autodidacta en el filosófico y científico. Kant tiene una influencia básica en su obra e hizo suyas muchas de las ideas de Nietzsche como el elogio del individualismo, el desprecio por el cristianismo, por la masa, por la democracia. Sin embargo, es en Schopenhauer en quien encuentra Baroja un pensamiento con el que se identifican plenamente su pesimismo y su escepticismo vital. Cultivó casi exclusivamente la novela, llegando a escribir 66 obras de este género, además de artículos, memorias y cuentos. Murió en Madrid en 1956. No se han encontrado descripciones de biblioteca. |
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Google Books — Cargando... GénerosSistema Decimal Melvil (DDC)863.62Literature Spanish and Portuguese Spanish fiction 20th Century 1900-1945Clasificación de la Biblioteca del CongresoValoraciónPromedio:
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