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Cargando... Toby (Torre de Papel)por Graciela Cabal
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Con su peculiar mirada, Toby ve descubriendo el mundo que lo rodea. Su abuelo, un pisapapeles que va variando según se estado de animo, una tía soltera, un padre marinero, una brújula rota. El libro nos habla de la realidad de un niño diferente. No se han encontrado descripciones de biblioteca. |
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No parece ser el caso de Toby, la nouvelle de la autora argentina Graciela Cabal, en la que un niño que no revela su edad hasta el final cuenta en primera persona su historia en la que la diferencia marca su forma de ser en el mundo, de sufrirlo y de lucharlo.
No se puede contar la historia de Toby desde afuera, tal como se suele hacer en una reseña, porque el mundo del narrador está en la lengua que la autora inventó para él.
Sabemos por este niño, por lo que cuenta y por cómo lo dice, que entre su pensamiento y su lenguaje, sobre todo el que le permite comunicarse con la mayoría de los adultos que lo rodean, hay una distancia que lo aleja de la posibilidad de una vida "normal".
Toby nos dice en su narración entrecortada, fragmentaria como su manera de pensar, que vive con su abuelo relojero con quien comparte el cuarto y con una tía, hermana de su madre muerta. Su padre, hombre de mar, aparece poco. Sabemos por el niño que los adultos lo miran compasivamente: para ellos es el "pobrecito querido", el que no puede leer o hablar bien, o el tema difícil del que se habla puertas adentro. En cambio con su abuelo hay una relación entrañable que se revela en los cuentos que el hombre le narra por las noches y en la confianza en las posibilidades de Toby al enseñarle a arreglar relojes.
Al principio del relato, el niño cuenta que su abuelo le ha regalado un pisapapeles de cristal que contiene una casita instalada en un pequeño jardín. Durante toda la nouvelle, la historia de Toby se entrelaza con las descripciones de los cambios fantásticos que el niño imagina en el interior de ese pisapapeles. Ese objeto simbólico se transforma al compás de las vivencias complejas de Toby y a la vez, es el lugar donde el niño atesora su capacidad de imaginar, donde todo parece posible. Las ilustraciones de Pez, unos dibujos en tinta con cierto tono nostálgico, son más atractivas cuando toman partido por acompañar el contrapunto imaginario del protagonista que cuando ceden ante la representación realista.
El lenguaje de Toby es la materia con la que el lector, sin la distancia que implicaría un relato a cargo de un narrador externo o aun un focalizador, entabla una relación con el quiebre producido entre el pensar y el decir. Los recursos utilizados para hacer verosímil ese quiebre son los que suelen caracterizar al habla infantil (aunque luego nos enteremos de que Toby tiene casi trece años): el hipérbaton que antepone el objeto al sujeto, el polisíndeton tan resistido por los maestros en la escritura escolar, la reiteración, el uso de expresiones aniñadas como "tan dificilísimo", etc.
La construcción de este discurso invita al lector a posicionarse del lado del protagonista y a pensar sobre su conflicto junto con él. La voz de los adultos y las ideas comunes en torno a los diferentes son intermediadas por el estilo indirecto libre o por la reproducción de los diálogos a cargo del propio Toby. Lejos de protegerlo o sentenciar sobre las dificultades de convivir con la diferencia, esta opción narrativa sumerge al lector en la problemática.
Sin embargo el final, en el cual Toby sorprende a todos al haber logrado reparar un viejo reloj, parece olvidar la confianza concedida a la libre construcción de significados ya que el abuelo le regala un cartel para encabezar el negocio de reparación que compartirá desde ahora con su nieto que dice: "Aquí se arregla lo que no tiene arreglo". La excesiva explicitación de la restauración del orden con un cierre casi moralizador ensombrece la búsqueda original que venía caracterizando a la propuesta tanto en el plano formal como temático. ( )