Un ingeniero industrial, separado de su mujer alcoholica y egocéntrica hasta el absurdo, busca tranquilidad en una pequeña ciudad. Pero su afición a fisgonear por las ventanas le hace toparse con una buena chica, que va a casarse con su novio, a la que espía en su cocina haciendo vida hogareña. Un buen día ella le descubre pero, en lugar de asustarse, se enamora de él y deja al novio, que resulta ser un celoso irlandés que empezará a acosarlos a los dos hasta que, en el transcurso de una pelea, desaparece aparentemente ahogado en el río. A partir de ahí, la muerte ronda al ingeniero hasta el final. Hay que tener en cuenta que en todo momento el protagonista actúa con absoluta honradez y transparencia: no engaña a la chica sobre sus sentimientos, llama a la policía en cuanto hay problemas, trata de deshacerse del celoso novio de la mejor manera posible, no se mete con nadie. Pero poco a poco hasta sus mejores amigos dudan de su inocencia (eso de fisgar por las ventanas a todo el mundo le parece excecrable), al menos hasta que las cosas se complican de tal manera que ya casi ni el lector sabe quiénes son los buenos y quiénes los malos. Lo mejor es, pues, ver cómo las apariencias y las circunstancias pueden llegar a prácticamente linchar a una persona que, en realidad, en todo momento se ha comportado sensata y correctamente. Pero la vida es difícil de entender a veces. ( )