No se me dan bien los libros de aforismos. No soy capaz de concentrarme tanto como para sacar el supuesto jugo a cada palabra y me despisto con frecuencia. Eso, sumado a la naturaleza un poco anárquica de estos escritos, hacen que los mantenga lejos. Pero este parecía breve y relativamente sencillo. Me equivoqué. Bueno, breve sí que lo es, pero uno tarda en leerlo lo mismo que un tomo del doble de extensión. Parece que la mayor parte de estos textos fueron escritos por Weil en Marsella entre 1940 y 1942 en unos cuadernos que, al marchar hacia Londres, entregó a un escritor amigo. Tras la guerra y la muerte de la autora, su amigo editó un selección de esos cuadernos tal como aparecen aquí. Así que deben tanto a Simone Weil como a este escritor, Gustave Thibon.

Con todo, hay muchas cosas del pensamiento de Weil que me han gustado. Insiste en la cercanía de los contrarios, representados por la gravedad que nos lleva hacia abajo y la gracia que, viniendo desde fuera, nos eleva. Por eso, cuanto más bajo caemos, en particular en el sufrimiento y el dolor, más cerca estamos de nuestra ascensión definitiva. Pero eso no vendrá de forma mecánica ni material, sino que solo una fuerza exterior, que Weil parece identificar con el Dios cristiano católico, puede conseguir esa transformación. No se olvide que la autora mantuvo buena amistad con varios escritores y sacerdotes católicos, pero siempre rehusó claramente bautizarse. Hay varios pasajes en los que la autora se esfuerza en distinguir entre la concepción católica de Dios y la de otras religiones, y resulta especialmente dura con el judaísmo, al final del libro. También hay acercamientos al hinduismo, algo más ocasionales. Ya digo que esta santificación del sufrimiento me ha gustado especialmente, sobre todo porque Weil fue en su vida totalmente coherente con ello, a veces rozando el ridículo propio de las leyendas de santos medievales. En muchas ocasiones se trasluce su profunda compasión con los sentimientos ajenos, incluso con los de las personas que no conoce, y su empeño en darle a eso un ropaje racional o al menos razonable. ( )