La historia nos relata el viaje en tren de París a Roma de León Dalmont, un hombre de cuarenta años, casado y con cuatro hijos; empleado ejecutivo de una importante empresa de máquianas de escribir que lleva una rutinaria vida en París. Dalmont planifica verse en Roma con su amante Cecile para instalarse con ella en París y abandonar a su mujer. Parece una historia trillada, pero en manos de Butor se convierte en una maravilla porque él logra contarla de manera audaz y novedosa.
La estructura de la novela es una especie de caja china, porque León Dalmont escribirá un libro en Roma sobre los momentos que vivió arriba del tren en el viaje que se narra, por lo tanto podemos pensar que el texto que leemos es el libro que escribió el personaje de la novela. También se destaca el uso de la segunda persona, el usted a quién se dirige el narrador con un tono casi confesional.
Otro aspecto significativo es la fragmentación temporal y espacial. Mientras transcurre el viaje, el tiempo y el espacio se desintegraran en la mente del protagonista y nos moveremos hacía diferentes momentos del pasado y también hacía el futuro, aquel que imagina en su cabeza Dalmont cuando arribe a Roma. Los cambios no se dan de manera ordenada y los únicos anclajes temporales son ciertas referencias que se dan en los recuerdos y en la imaginación del protagonista. Estos cambios no son simples malabares literarios, están construidos para entender el presente en el cual se desarrolla la novela y para comprender la actitud que tomará el protagonista. Este recurso que hoy es tan habitual en otras representaciones narrativas, pensemos en algunas series de tv como Lost. ( )