Tarzán y su familia necesitan dinero, incluso en la selva. Cachis en la mar. Pues nada, allá que se va el Tarmangani a buscar a sus viejos amigos de la ciudad de Opar, la de los hombres semi-animales y las bellas sacerdotisas, a sangrarles un poco, que, total, no lo van a notar. Pero a una antigua criada suya de Londres, que les había oído hablar de Opar, se le había ocurrido la misma idea en el mismo momento, y se agencia a una panda de indeseables tontos (cuyo papel en la acción es prácticamente nulo) que incluye a un fulano, actor, cachas, cuyo parecido físico con Tarzán llevará incluso, sorprendentemente, a engañar a Jane. El menda se hace pasar por nuestro héroe, y ambas expediciones se van entrecruzando por la selva. Añadamos ahora un león, criado desde pequeñito por la familia Greystoke y ahora tan obediente al patriarca como un perro, que se escapa por su cuenta y, naturalmente, aparecerá cuando menos se le espera y más se le necesita, y a otra fabulosa ciudad, esta vez dedicada a los diamantes (que es que no nos privamos de nada), gobernada por gorilas que esclavizan a los humanos, incluyendo un viejo inglés último vestigio nada menos que de la expedición de Stanley, toma ya. Lo más divertido aquí son los equívocos de personalidad no sólo entre Tarzán y el actor guaperas, sino incluso entre Jane y la criada. Pero, en fin, que tras pasarlas canutas en un par de ocasiones, los malos mueren o se las piran, Tarzán restablece el orden tanto en Opar (donde una rebelión está a punto de acabar con su vieja amiga la sacerdotisa, enamorada del héroe, claro) como en la ciudad de los gorilas (que serán gobernados en adelante por el viejo inglés y donde los humanos estarán por encima de los animales, como debe ser) y, de rebote, se lleva a casita un buen cargamento de oro y un puñadito de diamantes de regalo. Misión cumplida. ¡Ah, se me olvidaba! El actor cachas acaba siendo capturado por antropófagos que dudan si es Tarzán o si es un dios, y deciden dejarlo amarrado a una estaca a ver si se muere de muerte natural, aunque le darán de comer y de beber, no sea que vayan a zamparse a un dios y la liemos. Este tío está listo para la siguiente entrega. Esto es fantástico, yo quiero más. ( )