Con estilo descarnado y seco, Muriel Spark narra en El asiento del conductor las últimas horas de Lise, una turista nórdica que se va de vacaciones a un país meridional del que nunca regresará. Como en alguna ocasión declaró la escritora escocesa, su intención al escribir fue la de «aterrorizar deleitando» máxima que se cumple de modo magistral en esta turbadora novela.

Es un relato desconcertante por lo inexplicable. En las primeras escenas parece que estamos ante una chica impertinente pero a medida que avanza la acción, nos aclaramos y lo que está es un poco loca. ¿Pero cual es el alcance de su locura?
Lise después de comprarse un conjunto de ropa estrafalario y de hacer una escena de llantos en la oficina se va de vacaciones.
La novela cuenta minuto a minuto (sólo tiene 107 páginas) lo que va a hacer Lise en ese día, pues el narrador ya en el segundo capítulo nos dice a bote pronto que Lise va a ser brutalmente apuñalada y abandonada en un parque.
Durante ese día se van a suceder los encuentros mas estrambóticos; un gurú de la macrobiótica, un hombre que sólo mirándola huye aterrorizado, una anciana parlanchina que la acompaña en una serie de compras descabelladas. ¿Y todo eso para qué?
No importa, el caso es que leemos el libro pendientes de lo que va a ocurrir, atentos a las palabras que se dicen ¿serán amenazantes?, sufrimos con cada barbaridad de Lise, nos aterrorizamos con cualquier encuentro que creemos será el fatídico.
De eso se trata, una novela excelente e intensa ( )

Me encanta que me sorprendan. Y este libro es sorprendente, la pena que tal vez sea un poco corto.
El personaje es inquietante desde el principio, y al final los indicios de locura se transforman en algo aun peor.
Spark tiene una forma de escribir muy dinámica, y una manera muy natural de mezclar lo sordido con punzadas de humor. Te deja un poco de mal cuerpo, pero con más ganas de leer a esta autora y de que te vuelva a sorprender. ( )