Un hermoso día de agosto, el doctor Louis Creed llega con su esposa Rachel, sus hijos Eileen y Gage y el gato Church a su nuevo hogar, una gran casa situada en las afueras de Ludlow, Nueva Inglaterra. El lugar parece tranquilo y lo bastante alejado del ajetreo urbano. Detrás de la casa de los Creed hay incluso un campo de enterramientos, en donde los niños del lugar han sepultado a sus animales durante generaciones: el Cementerio de animales. Pero enseguida empieza la pesadilla... al menos para Louis. En su primer día de trabajo en el centro médico de la Universidad de Maine, le llevan el cuerpo horriblemente mutilado del estudiante Victor Pascow. El joven trata de advertir al doctor Creed acerca del lugar situado detrás del Cementerio de animales, usado en tiempos antiguos por los indios MicMac e impregnado de un espíritu diabólico. El gato Church muere atropellado por un camión y Judd Crandall, un anciano vecino, persuade a Louis para que entierre al animalito en el cementerio de animales. Con ello, el doctor invoca fuerzas ocultas que es mejor no perturbar, y cuando la tragedia hiere a la familia Creed, Louis se embarca en una terrorífica aventura con consecuencias que van más allá de la comprensión humana... o de la cordura.

La trama nos sitúa en el condado de Maine en la década de los ochenta cuando el doctor Louis Creed junto a su mujer Rachel, su hija Eileen, su hijo Gage y el gato Winston Churchill se mudan a una casa. Es una vieja mansión de estilo colonial de Nueva Inglaterra, cercana a un bosque y cuyos únicos vecinos son una pareja de ancianos que viven al otro lado de la carretera.
La casa es perfecta, el lugar es perfecto, y los vecinos muy simpáticos, pero claro tanta perfección tenía que esconder algún defecto. Algo extraño se esconde en medio del bosque cercano a la casa.
Gracias a un hecho que parece de lo más inocente y ayudado de una leyenda que encierra más de un peligro, King nos presenta una novela que sabe meterte el miedo en el cuerpo y crear una sensación de angustia e incertidumbre. Además esa atmósfera inquietante en la que se desarrolla la novela te mantiene alerta sobre lo que pueda suceder.
Sentiremos como el mal se hace un hueco en la vida de la familia Creed, como ir detrás de esos deseos que se saben imposibles y el precio que se debe pagar por ellos, provocan que ya nada sea como antes.
Seremos testigos de como unas vidas se pueden torcer, sin que las personas puedan cambiar lo que pasa. Y todo por saltarse las reglas, por salirse del camino. Por negarse a aceptar una realidad y buscar maneras poco convencionales de cambiarla. Afrontar una pérdida siempre es difícil y el dolor que ello provoca te puede llevar hasta límites insospechados.
Intuyes que las cosas no pueden terminar demasiado bien, pero aún guardas la esperanza de que algo pueda ocurrir, incluso el propio escritor juega a darte esa posibilidad pero no están los libros de King hechos para soñadores; la realidad se impone y despertar de ese sueño es cruel.
Lo cierto es que he sentido miedo, pena, la angustia de los personajes y he sufrido con ellos. A ello ha ayudado ese ritmo pausado que impone el escritor, la gran cantidad de descripciones y esa capacidad de trasladarte a la casa junto al bosque. Sin olvidarnos de los temas que se abordan en el libro, la pérdida y la imposibilidad de aceptarla y no afrontar la realidad, que te ponen en la piel del protagonista y te invitan a cuestionarte qué harías tú en ese caso.
Me ha gustado como ha desarrollado la historia y la forma de contarla, me ha parecido una historia muy bien narrada con un final que impresiona. ( )

Church estaba allí otra vez, como Louis Creed temía y deseaba. Porque su hijita Ellie le había encomendado que cuidara del gato, y Church había muerto atropellado. Louis lo había comprobado: el gato estaba muerto, incluso lo había enterrado más allá del cementerio de animales. Sin embargo, Church había regresado, y sus ojos eran más crueles y perversos que antes. Pero volvía a estar allí y Ellie no lo lamentaría. Louis Creed sí lo lamentaría. Porque más allá del cementerio de animales, más allá de la valla de troncos que nadie se atrevía a trasponer, más allá de los cuarenta y cinco escalones, el maligno poder del antiguo cementerio indio le reclamaba con macabra avidez... ( )