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Cargando... The Tragedies of Shakespearepor William Shakespeare
Información de la obraTragedias por William Shakespeare
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Inscríbete en LibraryThing para averiguar si este libro te gustará. Actualmente no hay Conversaciones sobre este libro. TRAGEDIAS ESTUDIO PRELIMINAR UNO DE LOS RASGOS más sorprendentes de las obras maestras es su poder de burlarse, inmarchitas, de todos los olvidos, y su pareja capacidad suscitadora. Espíritus de singular penetración - Goethe, Hugo, Schlegel, Croce- han sentido latir en los dramas de Shakespeare los problemas del arte y de la creación verbal. Ni siquiera es incongruente la actitud polé mica de Tolstoy, quien, con el fin de refutar el mérito de Sha kespeare, erigió un curioso y obstinado sistema de negaciones que ante el lector sagaz sólo sirve como reactivo para iluminar sus fértiles valores. Nadie ha sondeado tan intrépidamente en zonas diversas y complejas del carácter. Podrá haber autores de genialidad más fecunda -Lope de Vega-, de arquitectura más elaborada -Ra cine-, de más recóndita sugestión metafísica -Milton, Goe. e-, pero ninguno ha sobrepujado a Shakespeare en la aptitud para ver a l1 existencia y a los hombres en sus animados con trastes, en su fuerza y en su debilidad. No reduce su visión a un solo rumbo. El cortesano y el plebeyo, el rey y el esclavo, el guerrero y el artesano, todos los quehaceres se igualan ante su mirada como manifestaciones de la excelsa y vibrante condición de hombre. Contempla la vida tal cual es, aunque la depure por el solo hecho de estilizarla. Hay un cernido naturalismo avant-la lètre que le permite considerar el bien y el mal, lo noble y lo injusto, lo triste y lo jocundo, la pureza y la lujuria los más dispares matices de la pasión y de la personalidad, como tormas de un acontecer caprichoso, aunque regido por normas y principios cuyo alcance no podemos abarcar totalmente. Sus materiales son a la vez numerosos y variados. Del contorno estiliza los seres, los elementos naturales, lo sensible y lo insensible... El discurso de Marco Antonio tras la muerte de César es uno de los pasajes más bellos de la historia de la Literatura. Partiendo de un pequeño extracto de Plutarco (en la Vida de Antonio -XIV-, no en la de César) Shakespeare demuestra como la palabra puede ser el arma más peligrosa -y más bella- en los labios de un orador. Marlon Brando interpretó a Antonio en la versión filmada de la tragedia (1953), dirigida por Joseph L. Mankiewicz. (http://www.youtube.com/watch?v=n9gnHpJt68M&feature=related -versión original- http://www.youtube.com/watch?v=etCI9Bwh2jg -escena doblada al español-) ANTONIO: Amigos, romanos, compatriotas, prestadme oídos: vengo a sepultar a César, no a elogiarle. El mal que hacen los hombres, vive después de ellos; el bien, muchas veces, queda enterrado con sus huesos: sea así con César. El ilustre Bruto os ha dicho que César era ambicioso: si así fue, fue una grave falta, y César la ha pagado gravemente. Aquí, con permiso de Bruto y de los demás (pues Bruto es un hombre honrado, y los demás también: todos son hombres honrados) vengo a hablar en el funeral de César. Él fue amigo mío, fiel y justo conmigo, pero Bruto dice que era ambicioso, y Bruto es un hombre honrado. Trajo a Roma muchos cautivos cuyos rescates llenaron las arcas públicas. ¿Pareció César ambicioso en esto? Cuando los pobres clamaban, César lloraba: la ambición debería estar hecha de materia más dura. Sin embargo, Bruto dice que era ambicioso, y Bruto es un hombre honrado. Visteis todos que en el Lupercal le ofrecí tres veces una corona real, y él la rehusó tres veces. ¿Fue eso ambición? Sin embargo, Bruto dice que era ambicioso, y, por supuesto, él es un hombre honrado. No hablo para desmentir lo que dijo Bruto, sino que estoy aquí para decir lo que sé: todos vosotros le quisisteis antes, no sin razón. ¿Qué razón, entonces, os impide llorarle? ¡Ah juicio! has huido a las bestias irracionales, y los hombres han perdido la razón. Perdonadme: mi corazón está aquí en el ataúd de César, y tengo que detenerme hasta que vuelva a mí. CIUDADANO PRIMERO: Me parece que tiene mucha razón en lo que dice. CIUDADANO SEGUNDO: Si consideras bien el asunto, a César se le ha hecho un gran agravio. CIUDADANO TERCERO: ¿Se le ha hecho, señores? Me temo que vendrá otro peor en su lugar. CIUDADANO CUARTO: ¿Os fijasteis en sus palabras? No quería recibir la corona, de modo que está claro que no era ambicioso. CIUDADANO PRIMERO: Si así resulta, algunos lo pagarán caro. CIUDADANO SEGUNDO: ¡Pobre hombre! Tiene los ojos rojos como el fuego de tanto llorar. CIUDADANO TERCERO: No hay en Roma un hombre más noble que Antonio. CIUDADANO CUARTO: Fijaos ahora en él: otra vez empieza a hablar. ANTONIO: Ayer mismo, la palabra de César podía enfrentarse al mundo; ahora yace ahí, y nadie es tan poca cosa que le haga reverencia. ¡Ah señores! Si pretendiera remover vuestros corazones y ánimos al desorden y la cólera, agraviaría a Bruto y a Casio, que, como sabéis todos, son hombres honrados. No les agraviaré: prefiero más bien agraviar al muerto, agraviarme a mí mismo y a vosotros, antes que agraviar a tan honrados hombres. Pero aquí hay un pergamino con el sello de César: lo encontré en su cuarto. Es su última voluntad: los villanos, sólo con que oyeran este testamento (que, perdonadme, no pienso leer), irían a besar las heridas de César muerto y a mojar sus pañuelos en su sangre sagrada: más aún, pedirían un pelo suyo como reliquia, y al morir, lo mencionarían en sus testamentos, dejándolo a su progenie como rico legado. CIUDADANO CUARTO: Queremos oír el testamento: léelo, Marco Antonio. TODOS: El testamento, el testamento: queremos oír el testamento de César. ANTONIO: Tened paciencia, amables amigos, no debo leerlo. No es conveniente que sepáis cómo os quería César: no sois madera, no sois piedras, sino hombres, el escuchar el testamento de César os inflamará y os volverá locos: está bien que no sepáis que sois sus herederos, pues, si lo supierais, ah, ¿qué resultaría de ello? CIUDADANO CUARTO: Lee el testamento: queremos oírlo, Antonio: tienes que leernos el testamento, el testamento de César. ANTONIO: ¿Vais a tener paciencia? ¿Queréis esperar un poco? Me he excedido al hablaros de ello: temo que agravio a los hombres honrados cuyas dagas apuñalaron a César: lo temo. CIUDADANO CUARTO: Fueron traidores. ¿Qué hombres honrados? TODOS: El testamento, la última voluntad. CIUDADANO SEGUNDO: Fueron villanos, asesinos: el testamento, lee el testamento. ANTONIO: Me vais a obligar entonces a leer el testamento. Reunios, pues, en círculo en torno al cadáver de César y dejadme mostraros al que hizo el testamento: ¿he de bajar? ¿Me lo permitiréis? TODOS: Baja. CIUDADANO SEGUNDO: Desciende. CIUDADANO TERCERO: Te lo permitiremos. William Shakespeare. "Julio César". Pág. 444-446 sin reseñas | añadir una reseña
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Recopilación cuatro de las tragedias más increibles de la literatura inglesa. No se han encontrado descripciones de biblioteca. |
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Google Books — Cargando... GénerosSistema Decimal Melvil (DDC)822.33Literature English & Old English literatures English drama Elizabethan 1558-1625 Shakespeare, William 1564–1616Clasificación de la Biblioteca del CongresoValoraciónPromedio:
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Shakespeare (1564-1616), el escritor más importante en lengua inglesa
y una de las cimas de la literatura universal. En ella se recogen las tra-
ducciones de Angel-Luis Pujante, reconocido especialista en Shakes-
peare, publicadas en la colección Austral, y se incluyen dos traduccio-
nes inéditas: Tito Andrónico (de Salvador Oliva, también traductor de
Shakespeare) y Timón de Atenas (de Angel-Luis Pujante y Salvador
Oliva).
Las obras se presentan en orden cronologico y van precedidas de no-
tas introductorias preparadas por Angel-Luis Pujante. No habiendo in-
corporado las introducciones y el aparato critico que acompañan a las
traducciones de Austral