No se parece al resto de novelas rusas clásicas. En realidad, se parece más a una novelita galante occidental. Nada de largas parrafadas ni reflexiones teológicas, políticas o psicológicas. Una historia de amores engañados, con duelo incruento incluido. Un joven ruso, de viaje por Alemania, conoce a la hija de una confitera, de origen italiano, y se enamora de ella. Ella está prometida a un acaudalado comerciante, pero pronto el novio queda desplazado por la mucha mayor fogosidad y el mucho mayor sentido de la caballerosidad del ruso. Pero, necesitado de dinero, acude a un antiguo compañero de universidad, casado con una mujer tipo araña: fascinante y peligrosísima. El joven abandona a la confitera por la mujer fatal que, obviamente, le destroza la vida.

Se lee con mucha facilidad y con mucho agrado, e incluso en escenas supuestamente de tensión interior, el autor sabe echarle su poco de distancia, incluso de sutil ironía, evitando el exceso de emotividad. En este sentido, me ha recordado a Juan Valera. En fin, un libro agradable e interesante. ( )