Stella y Noel Burun, madre e hijo, padecen graves problemas de memoria que les impiden llevar una existencia normal. Stella sufre Alzheimer y, aunque es capaz de recordar con nitidez detalles de su infancia, se le olvidan todas las cosas que debería realizar en su vida normal. Por su parte, Noel sufre el problema contrario, es un sinestésico hipermnésico, es decir, su memoria es implacablemente exacta y cuando la gente habla ve las palabras con explosiones vibrantes de color, que suelen dejarlo aturdido e incapaz de contestar a la pregunta más sencilla o de acabar una frase.
(edit. promo.)

Su anterior novela ("Una cadena de rosas") me dejó el mismo regusto que esta otra. Unos personajes memorables, una idea bastante atractiva (un pavo que evolucionaba en la vida siguiendo las pautas de una página de diccionario arrancada al azar) pero un regusto final de insulsez.

En este libro, el hijo (sinestésico himpermnésico) trata de ayudar a su madre con alzheimer. No sabía incluso si etiquetar la novela como ciencia-ficción porque al final consigue (atención, spoiler) inventar una pastilla que revierte los efectos de esa dichosa enfermedad que Iris Murdoch definió como la que contrae una persona pero la sufren dos.

El universo de personajes que rodea a madre e hijo es alucinante. Empezando por el escritor-actor-vividor antítesis de Noel, con su proyecto de Alfa-beta (26 semanas para pinzar con otras tantas féminas cuyos nombres comiencen con las letras del abecedario) y siguiendo con la actriz árabe-americana que pretende esconder su pasado o con un exultante adicto a las nuevas terapias o el oscuro doctor Vorta que va salpicando la narración con notas (que al estar al final del libro en vez de a pie de página dan una pereza del copón leer) y del que no sabemos si ayuda al protagonista o se aprovecha de su increíble memoria.

Lo malo de la novela es que al final sólo se queda en eso: un puñado de deliciosos caracteres pero con poco fundamento más.

Hala. ( )